Foto Tanci
La palmatoria sobre la lata del gofio y ésta sobre la alacena, chisporroteaba alumbrando levemente la cocina. Mientras, por entre las tejas embebidas de agua, se colaba un fino y helado hilillo de aire apenas aplacado por el calor que desprendía el caldero de aluminio del potaje de verduras recién hervido.
En medio de la estancia, la mesa casi rectangular de San Antonio arropada por las cuatro sillas «vitorieras», toscamente realizadas en madera de tea, y en la que se percibía en una de las esquinas las cicatrices propinadas por el abuelo en la habitual picadura del tabaco, y con el que llenaría, posteriormente su cachimba de brezo.
Una vez que la abuela hubo recogido de la mesa las escudillas vacías, en las que había servido anteriormente leche de cabra sazonada con gofio de millo y trigo, tendió una manta doblada sobre ella y sobre ésta una fina sábana blanca de algodón.
Una de las dos planchas de hierro cuya base era casi triangular y con mango cilíndrico de hierro también, permanecía sobre el infiernillo de petróleo de sobre poyo. ¡Pam, zas, zas, zas!, se deslizaba la plancha dando giros pequeños y semicírculos a modo de vals sobre el camisón de franela azul y ribeteado con una pequeña tira bordada alrededor del canesú.
Cuando la primera plancha hubo de enfriarse tras su uso en el planchado, era menester el cambio por la otra que permanecía sobre el fuego a la espera de su turno.
¡Pam, zas, zas, zas! En la parte en que las arrugas eran persistentes, se hacía necesario una rociada de agua salpicada con una de las manos a modo de pequeña lluvia y con un hábil jeito de sacudida.
El camisón largo hasta los pies, de mangas anchas, con canesú, había quedado perfecto para una noche fría, de lluvia y viento cortante y helada en el exterior de la estancia.
Mientras, en el interior y entre las mantas de algodón blanco y de cinco rayas azules, el calor de la abuela ayudado por su camisón de franela recién planchado, fue traspasado a su pequeña nieta.
En medio de la estancia, la mesa casi rectangular de San Antonio arropada por las cuatro sillas «vitorieras», toscamente realizadas en madera de tea, y en la que se percibía en una de las esquinas las cicatrices propinadas por el abuelo en la habitual picadura del tabaco, y con el que llenaría, posteriormente su cachimba de brezo.
Una vez que la abuela hubo recogido de la mesa las escudillas vacías, en las que había servido anteriormente leche de cabra sazonada con gofio de millo y trigo, tendió una manta doblada sobre ella y sobre ésta una fina sábana blanca de algodón.
Una de las dos planchas de hierro cuya base era casi triangular y con mango cilíndrico de hierro también, permanecía sobre el infiernillo de petróleo de sobre poyo. ¡Pam, zas, zas, zas!, se deslizaba la plancha dando giros pequeños y semicírculos a modo de vals sobre el camisón de franela azul y ribeteado con una pequeña tira bordada alrededor del canesú.
Cuando la primera plancha hubo de enfriarse tras su uso en el planchado, era menester el cambio por la otra que permanecía sobre el fuego a la espera de su turno.
¡Pam, zas, zas, zas! En la parte en que las arrugas eran persistentes, se hacía necesario una rociada de agua salpicada con una de las manos a modo de pequeña lluvia y con un hábil jeito de sacudida.
El camisón largo hasta los pies, de mangas anchas, con canesú, había quedado perfecto para una noche fría, de lluvia y viento cortante y helada en el exterior de la estancia.
Mientras, en el interior y entre las mantas de algodón blanco y de cinco rayas azules, el calor de la abuela ayudado por su camisón de franela recién planchado, fue traspasado a su pequeña nieta.
6 comentarios:
Es bonito tanci. Un beso.
Te leo y veo tu avance. Lindas y claras descripciones.
Saludos.
Un monton de gracias, Teresa.Pasaré por tu sitio.Necesito tiempo.Besos.
Uhmmm...me alegra,que percibas ese avance, kadannek.Me llena de satisfacción.Al final uni desea siempre el progreso.Recibe miabrazo.Pasaré a comentar por tu espacio con tiempo...lo necesito.
Me encantó, creo que te lo puse en su omento en fb. Un besito.
Virgi, siii, no te preocupes. Gracias por pasar. Mil besos y un buen achuchón.
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