lunes, 8 de enero de 2018

Helechas de a metro



                                                                                                           Diseño Tanci



Tenían que haber sido casi todas plantas de sombra, aunque nunca les faltó la luz solar indirecta .
Aquellas cestas pendían de un par de tubos de los usados por los "cañeros" de la época en sus trabajos de fontanería y cañerías. Alrededor de aquel patio de forma cuadrangular y sobre macetas paralelas a las paredes, estaban las plantas de salón, la capa de la reina, las cintas, alguna esparraguera y varias especies de begonias.Pero el lugar primordial lo tenían las "helechas de a metro".
Mi madre, aficionada como era a las plantas, siempre decía que nunca había visto unas helechas tan exhuberantes y tan bien cuidadas como las que tenía la tía de mi amiga y vecina de la infancia. Formaban un auténtico vergel colgante. Nada más traspasar el zaguán de la casa, una vez que accedías desde la puerta principal, y mirando de frente por una ventana interior que daba al recibidor y al patio, te topabas con semejante panorama de verdor y frescura. La temperatura que acogía aquel patio era benigna, aunque estas plantas necesitan de humedad y de un sitio acogedor, donde las manos de su moradora les daban mimo con ese sentir emocional que se comunica a cualquier ser vivo presto a recibirlo. Bien que recuerdo aquellas manos pequeñas, suaves, bien cuidadas y con pequeñas motas canelas salpicadas sobre su piel.Tal vez ese mismo cuidado que le ofrecía a sus plantas.
No hace mucho descubrí que  estas helechas no solo  pueden medir un metro, sino que pueden alcanzar hasta dos metros en su afán de llegar hasta el suelo. Siempre me maravilló el término  "de a metro". Tan grandes y esbeltas me parecían. Me paraba a mirarlas desde mi estatura de niña al cielo, hacia donde estaban colgadas y, desde ahí, queriendo tocar el piso con sus frondes, como deseando absorber, quizás, parte de las energías de aquella casa y de sus moradores .
Hoy recuerdo a todas estas personas que cuidaron de patios, plantas y de helechas para embellecer sus casas, sus lugares de vida y convivencia, para ofrecernos ese esplendor visual a los que hemos podido experimentar ese amor por lo vegetal, por lo viviente . Porque hay algo divino y a la vez terrestre en plantar una semilla, un esqueje o un rizoma,  y ver como se desarrolla la planta amiga, la planta que formará parte de la vivienda, de la maceta, del parterre ... de la familia.
Hoy, especialmente, viene a mi memoria aquel patio austero, al igual que lo era el de mi madre, pero cargado de cariño, de amor y de mucho cuidado. Este recuerdo que me alberga es el que deseo compartir, haciendo de la "helecha de a metro" un símbolo central de nuestros patios, abiertos al firmamento y de ambiente protegido y cálido a la vez. Al mismo tiempo, y en la habitación contigua y que es la cocina, hierve el caldo de gallina con todos sus menesteres y verduras, mientras ofrece su  especial olor y perfuma todas las estancias de la casa. Se percibe el calor de hogar, ese tiempo en que nos retrotraemos a momentos puntuales de nuestra infancia.