
“Para unos la meta es llegar al final del camino, para otros, son las etapas del propio camino las que llegan a conformar esa meta.”
Cuando no hace muchos años y en un encuentro profesional una compañera cercana a mi, me manifestaba al oído esta frase, me dejaba pensativa y algo admirada, dado que hasta ese momento pensaba que cierta filosofía de vida no entraba en los esquemas de una juventud que, más bien se me antojaba calculadora, fría y tendente a saciar los objetivos del momento planteados en el aquí y el ahora. Pensando yo que no había mucha cabida para un planteamiento de ayuda, solidaridad o entendimiento por su aparente inexperiencia o por su juventud. Ahora debo reconocer que me dio una bella y gratificante enseñanza de interiorización y una lección de humildad, toda vez que me hizo reflexionar ante el intercambio didáctico que se manejaba en aquel encuentro profesional.
No volví a coincidir con esta compañera hasta pasados bastantes años, y hoy es el día en que me la encontré camino de mi casa y casi por ¿casualidad?. Casi a diario me la tropiezo, gratamente, haciendo su itinerario matutino, y en su cara radiante se refleja parte de la trayectoria que ya lleva recorrida. Sabiendo ella, porque así me lo manifestó en su momento, que hacer ejercicio físico le produce endorfinas, le aligera el cuerpo, le pone en marcha todo un mecanismo positivo liberando su mente, flexibiliza sus ideas, recibe con alegría el entorno del que forma parte, aparece un estado más optimista y eufórico, le relaja haciendo desaparecer su estrés, y lo que es mejor; va por buen camino.

Ahora pienso que no fue casualidad que en nuestra reunión inicial habláramos de la profesión, de sus encantos y desencantos, de la vocación, de los frutos recogidos a largo plazo y los recogidos a corto plazo también. De la entrega, paciencia, tesón y ternura que depositas en la realización de tus tareas y por ende de tu profesión. También de las gratificaciones y frustraciones que, como consecuencia, vienen aparejadas en el ejercicio de la misma. De planteamientos de futuro…de, de, de...No en vano, uno traza diversos itinerarios en la esperanza de que alguno sea recogido para que nadie se quede a la mitad del camino, o al menos puedan llegar a abrirse camino en la senda que libremente han elegido. También uno los va trazando pasito a pasito en la consecución del propio camino, de tal manera que uno se va encaminando.
Tampoco fue casual el intento de llevar a la práctica nuestras ideas, inicialmente, sopesadas, debatidas, refutadas, a veces encontradas y siempre puestas en común. Ese, tal vez, fue el inicio de otro camino que no quise cogerlo como atajo, más bien me valió, en su momento, para continuar en mi propia ruta.
Y no es que nuestro encuentro, en el seno de nuestra profesión, terminara en un convencimiento personal; puesto que mi mayor ofuscación era admitir que para adquirir nuevas etapas había que dejar morir las antiguas del camino. Mi pensamiento, sin embargo, iba en la línea de acumular un número inmenso de experiencias adquiridas a lo largo del trayecto para hacerte cada vez más sabio, más coherente contigo mismo, con tu vida y más abierto al mundo que has elaborado con tus propios medios.
Llegado a este punto, pienso que la sabiduría no es más que un positivo impulso de entusiasmo, energía y vida, tan necesario que nos lleva a intentar solucionar o poner remedio a situaciones inesperadas o simplemente no solicitadas. Haciendo pues que nuestra senda, la que hemos iniciado desde el principio, sea más alcanzable, más transitable, más abarcable, más cercana y que puedas llegar a vivirla, si así se desea, con un poquito de mayor felicidad. Ahí es nada; el acceso a la siempre soñada felicidad, eternamente buscada y anhelada por el ser humano ¿Y por qué no? me preguntó en aquel momento. ¿Y por qué no? quedé indagándome por breves instantes de reflexión aunque de una manera incrédula, dubitativa y bastante pensativa.

Supondría un acercamiento a la vida, a enfrentar el miedo que a veces nos paraliza, en lograr convencernos a nosotros mismos que somos capaces de aprender de los obstáculos sin tratar de negarlos ni de evitarlos. De esta manera podríamos iniciar un camino particular y personal.
Sería descubrirse uno mismo y abrirse a los propios caminos que se nos van presentando, a medida que hacemos nuestro camino al andar como decía la hermosa poesía de Antonio Machado “Caminante son tus huellas el camino y nada más, caminante no hay camino, se hace camino al andar.”
Y caminando se sale a la vida, se interna uno en sus malezas, en sus bosques, o en sus llanuras sin perderse; asumiendo riesgos, estudiando retos, experimentando encuentros, luchando por los propios deseos incluso en contra de alguna que otra interferencia que nos viene de fuera.
Estamos en la vida tan obsesionados con nuestras metas, que no lograrlas nos hace caer en frustraciones que además de no satisfacernos, casi nos envenenan. Y debido a esto se desoye lo que nos dicta nuestra aspiración interior, en la que una búsqueda del equilibrio armónico, dónde cambiar patrones antiguos sería una difícil, ardua y hasta dolorosa solución. Pero honorable, noble y satisfactoria al fin.
Estoy iniciándome en El Camino.Y planeándolo hace que me sienta desde ya animada, conmovida, estimulada, emocionada, afanada, intrigada, ilusionada y enfocada en la perspectiva de mi propio recorrido. Y aunque sé que en este recorrido no voy a estar sola y que voy a estar acompañada durante todas sus etapas, sólo espero que cada una de las personas que parcipamos en este proyecto, vea la luz de nuestro Camino de una forma particular, personal e intransferible. Tal y como cada uno ilumina y a su vez es iluminado en su propia senda. No en vano cada uno alumbra, en este espacio que nos ha tocado vivir, con la antorcha que ha elegido para si. También con la que ha decidido compartir con los demás. Tal es el alcance de su propia luz.
Estamos en la vida tan obsesionados con nuestras metas, que no lograrlas nos hace caer en frustraciones que además de no satisfacernos, casi nos envenenan. Y debido a esto se desoye lo que nos dicta nuestra aspiración interior, en la que una búsqueda del equilibrio armónico, dónde cambiar patrones antiguos sería una difícil, ardua y hasta dolorosa solución. Pero honorable, noble y satisfactoria al fin.
Estoy iniciándome en El Camino.Y planeándolo hace que me sienta desde ya animada, conmovida, estimulada, emocionada, afanada, intrigada, ilusionada y enfocada en la perspectiva de mi propio recorrido. Y aunque sé que en este recorrido no voy a estar sola y que voy a estar acompañada durante todas sus etapas, sólo espero que cada una de las personas que parcipamos en este proyecto, vea la luz de nuestro Camino de una forma particular, personal e intransferible. Tal y como cada uno ilumina y a su vez es iluminado en su propia senda. No en vano cada uno alumbra, en este espacio que nos ha tocado vivir, con la antorcha que ha elegido para si. También con la que ha decidido compartir con los demás. Tal es el alcance de su propia luz.
De momento hemos desplegado un inicio de destello, y a su alrededor estamos convocados para hacer nuestro itinerario.

Até ao Fim do Fim - Ana Moura
Fado das Horas Incertas - Ana Moura
