jueves, 10 de julio de 2008

La casa




La casa y sus alrededores me parecen un jardín idílico. Este lugar, en el que tantas veces me encuentro y en donde mis energías se activan, es así de bucólico y casi de ensueño.
El espacio lo compone una casa vieja algo restaurada dónde se conjuga lo antiguo con lo nuevo, lo rural con lo urbano, lo ancestral con lo moderno. Entre estos viejos muros se respira paz. En los alrededores de la casa está lo que llamamos el sitio. Viene siendo un huerto o pequeños huertos que rodean la casa, plantados antaño por primorosas manos.Llenos de árboles frutales y alguna que otra hierba aromática; salvia, tomillo o romero; que junto con algunas flores y verduras dan a este vergel un toque multicolor. Entre los árboles frutales están los naranjos, limoneros,ciruelos, perales y duraznos...y al olor que desprenden, acuden las abejas golosas, que por separadas, se dan por invitadas.
La casa tiene patios que son de cemento y algún empedrado, a los que hay que barrer con escobas de palma, casi a diario. El escobillón lo dejo a un lado. Y no hay mayor placer por la mañana que ponerme las alpargatas , otrora llamadas lonas de esparto; y barrer, barrer y barrer en una ancestral danza , para dejar los patios limpios y lustrosos y medio preparados.
No digamos cuando de regar el patio se trata, que tiene el encanto de refrescar el piso antes de pasar el cepillo. Como si de un ritual se tratara, y una vez finalizada la tarea, mi espíritu recibe una sensación de bienestar y sosiego.
El patio de la casa tiene en derredor algunas macetas salpicadas: geranios, pericos, dalias, flor de mundo, cintas, esparragueras y alguna que otra planta que se ha traído de fuera. Completa el elenco la gran capa de la reina; pretenciosa, extendida, amplia y abierta.
Las mañanas transcurren apacibles y lentas, pero antes del almuerzo hay que dejar la fruta recogida pues no debe comerse caliente, más al contrario, fresca ha de estar en el momento de almorzar. Ciruelas de las llamadas japonesas rojas o amarillas, ciruelas popularmente llamadas cagonas, pero que se denominan Claudias ahora. Más tarde vendrán las peras: herculinas, calabazotas o las de puchero; aunque las sanjuaneras maduran primero.
Si en el caballete tengo algún lienzo donde plasmar alguna pincelada aprovecho la sobremesa, o bien me hago una buena siesta.
Las tardes son frescas y a veces la bruma viajera baja desde la cumbre queriendo ocultar los colores que nos brinda la caída del sol. ¿Estará celosa la bruma ante el destello del astro rey? En la zona norte de mi isla decimos que el sol se oculta por La Palma, y cuando el cielo está despejado los campos recogen los colores que nuestra radiante estrella nos quiere regalar. Y yo paso a perpetuarlos en mi pupila, dejándome siempre llevar. De esta manera las tardes pasan lentas, pero majestuosas y no hay cabida al tedio o al aburrimiento ante tanto brindis que la Naturaleza nos da. Los ojos del corazón deben estar muy abiertos para que el espíritu se encargue de recoger cualquier regalo extra que deberíamos atesorar.
Es este un mundo personal, interno e intenso. No por ir de vacaciones lejos puede alguien sentirse tan pleno.
Quede este pequeño recuerdo a modo de relato. Y como si de una visita se tratara, a usted que lo está leyendo, ahora se lo traspaso. Compartir lo cotidiano de una simple casa de campo, al tiempo que no hay nada que lo haga extraordinario; es lo que le da a esta vivienda, tal vez, un toque excepcional y diáfano. Así se compone nuestro espíritu de pequeños toques exclusivos, diarios e intensamente vividos.



La casa vieja - Teresa Parodi




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8 comentarios:

alicia barajas dijo...

Querida Tanci... es maravilloso leer cómo esa casa vieja va tomando cuerpo en tu relato y al final consigue tener hasta alma. Sienro el olor de las hierbas y de las plantas, el aroma a patio de piedra regado y barrido con escobas de palma, el quedo murmullo de pájaros e insectos en la amodorrada tarde tan larga como la vida y veo el sol caer lentamente hasta explotar en contacto con el mar allá en La Palma. Siento tu alma fundirse con el mundo allí a la sombra... para finalmente encontrarse contigo a kilómetros de distancia.
Me ha encantado! por favor, sigue escribiendo... un abrazo de oso.

tanci dijo...

Mi querida Alicia, siempre fiel a mis pequeños escritos. Tu aportación completa más el mío y me doy por satisfecha si te ha llegado el aroma, el color y hasta la distancia. Me animas a seguir sacando más de mi interior y por eso he de agradecértelo. Es verdad el sol explota en contacto con el mar hasta esconderse... ¡que bonita expresión la tuya!.
El abrazo de oso es bien recibido.Te mando otro.

mónica dijo...

Querida Tanci, ¡gracias por transportarnos por unos instantes a esa preciosa casita! Me ha encantado tu escrito.Como decía Alicia, se podía sentir... ¡Un abrazo!

tanci dijo...

Mónica, me alegra que te haya gustado y que al menos por unos instantes hayas viajado hasta este lugar.Gracias.Espero que todo vaya como tú quieres. Un beso. Tanci

Unknown dijo...

la casa vieja, la casa familiar, la casa que sirve de lenitivo a todos los males, que lo cura todo como el ungüento de la Magdalena, la casa que nos hace rememorar la era, el lagar, el horno de teja, la vieja higuera, tristemente desaparecida, donde se refugiaba la niña pequeña, rubita, frágil, incomprendida a veces por apartarse de las convenciones de un tiempo severo y triste, donde la alegría y la diferencia estaban mal miradas... La casa vieja, la casa de todos, la casa de acogida, la casa, cruce de caminos, la casa.... Gracias, Tanci, por rememorarla para el goce de los sentidos y de la memoria.

tanci dijo...

Mi querida Patricia:
En tu comentario has añadido más poesía a la mía y has añadido más elementos de la casa que también conoces.Has desenterrado un poco más a esa niña que no ha dejado de serlo y tú conoces . Pero has interiorizado la casa al igual que yo.Gracias por recordarme las diferencias y la alegría casi olvidadas por mi.En mi ánimo está rescatarlas de nuevo para mi bien pero también para ofrecérselo alos que me rodean y que tan bien me conocen.
Un besito y un abrazo con todo mi corazçon.Te espero en una próxima comida en la casa.

Charly dijo...

Hola tanci... me gustó mucho tu narración, pero lo que mas me gustó fué el momento en que mencionás el atardecer. Yo estuve un tiempo viviendo en el campo por estudios y la verdad me encantaban los atardeceres, pero a su vez, estaba lejos de mi casa y extrañaba cada parte de ella. Ahora que estoy en medio de una ciudad, ya no se pueden apreciar mas los atardeceres, pero, tengo mi casa en el cual cada rincón guarda un recuerdo.
Charly

tanci dijo...

Gracias Charly por tocar a mi puerta.Sabía, y no sé porque, que de alguna manera tuviste contacto con la naturaleza.Y me lo confirmas. Las casas guardan rwtazos de nuestra personalidad y de alguna manera nos acunan y nos protegen. Todos esos rinconcitos van conformando a su vez nuestros logros y nuestras vivencias.Segura estoy que te sientes bien en ella.
Me alegra también que mi escrito te haya gustado.
Un saludo
Tanci