Estas maravillas, mi querida Tanci, nos elevan cerca del cielo. Señalan el azul infinito y nos reconforta su belleza, su perseverancia, su ser único. Magnífico ejemplo de este lugar especial, burbujeante en nuestra sangre. Un fuerte abrazo. Y muy cercano, mucho. (justo mañana me voy al Chinyero)
Mi querida Virgi, tu ruta del Chinyero fue fructífera, vaya que sí. Y aunque esta maravillas vayan desapareciendo por esta temporada, siempre es un gustazo contemplarlas. Como bien dices, apuntando hacia el azul del cielo. Tan especiales como el lugar en dónde nacen y crecen. Un estímulo para volver cada año. Besos muchos y abrazos a montones.
María Jesús, bien dicho: colorido y fuerza. En vivo son impresionantes. Algo único en un paisaje agreste y quemado por el volcán. Gracias por venir. Recibe mi abrazo.
Si Demián. No se amilanan ni con las bajas temperaturas, ni con el calor de la cumbre, ni con el paisaje quemado. Son impresionantes. Y el caso es que cada año nos brindan su espontáneo crecimiento en los sitios más insospechados. Esa seguridad con la que crecen es la seguridad de que el lugar les pertenece. También un abrazo para ti.
¡Qué lujo tenerlos tan cerca! y subir a verlos es adentrarnos en ese paisaje que tanto nos define... Bajamos con las energías renovadas y las pupilas llenas de luz! Gracias por compartir tu arte, amiga cercana. Un abrazo grande.
9 comentarios:
Estas maravillas, mi querida Tanci, nos elevan cerca del cielo. Señalan el azul infinito y nos reconforta su belleza, su perseverancia, su ser único.
Magnífico ejemplo de este lugar especial, burbujeante en nuestra sangre.
Un fuerte abrazo. Y muy cercano, mucho.
(justo mañana me voy al Chinyero)
¡Que preciosos! me encantan. Saludos.
¡Qué preciosa planta, para mi desconocida!
Colorido y fuerza.
El verde-grana rodeado por las rocas, que lejos de amilanarse se enorgullece y crece, seguro y bello.
Un abrazo.
Mi querida Virgi, tu ruta del Chinyero fue fructífera, vaya que sí. Y aunque esta maravillas vayan desapareciendo por esta temporada, siempre es un gustazo contemplarlas. Como bien dices, apuntando hacia el azul del cielo. Tan especiales como el lugar en dónde nacen y crecen. Un estímulo para volver cada año. Besos muchos y abrazos a montones.
Teresa, tú y la naturaleza. Y me alegra que hayas venido porque por aquí hay casi siempre un trocito de ella. Un abrazo.
María Jesús, bien dicho: colorido y fuerza. En vivo son impresionantes. Algo único en un paisaje agreste y quemado por el volcán. Gracias por venir. Recibe mi abrazo.
Si Demián. No se amilanan ni con las bajas temperaturas, ni con el calor de la cumbre, ni con el paisaje quemado. Son impresionantes. Y el caso es que cada año nos brindan su espontáneo crecimiento en los sitios más insospechados. Esa seguridad con la que crecen es la seguridad de que el lugar les pertenece. También un abrazo para ti.
¡Qué lujo tenerlos tan cerca! y subir a verlos es adentrarnos en ese paisaje que tanto nos define...
Bajamos con las energías renovadas y las pupilas llenas de luz!
Gracias por compartir tu arte, amiga cercana.
Un abrazo grande.
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