Sentada en su pequeña silla de madera y donde apenas sus pies alcanzaban a tocar el suelo, Paula dibujaba un gato. Sus manos, menudas e inquietas, se desenvolvían ágiles sobre la hoja blanca de papel Cansón, al tiempo que hacía deslizar el lápiz de una manera certera por la hoja.
A Paula le gustaba dibujar y pintar, no había duda. No perdía detalle de las otras personas que la rodeaban y que, enfrascadas en sus lienzos particulares, intentaban afanadas lograr la mejor obra jamás pintada...o al menos la mejor pintura de su vida.
El olor a la pintura y al aguarrás inundaba la habitación donde, por doquier, había libros de arte, láminas sacadas de viejos calendarios desvencijados, bocetos, cuadros terminados y a medio hacer, así como reciclado de papeles y materiales que, inevitablemente, estimulaban sus sentidos. Era evidente que Paula se sentía a gusto. Incluso entre la gente grande. Sus brillantes ojos recorrían las obras de cada uno de los aprendices que trabajaban en aquel taller como queriendo descubrir vericuetos que todavía no habían salido a la luz. Paula era muy curiosa y algo inquieta, tanto que indagaba y preguntaba con el desparpajo de la infancia y con la naturalidad que da lo inocente.
Por un momento, y en un ademán espontáneo, Paula se levantó de su asiento y se puso al lado de mi caballete. Apenas estuvo a mi lado, intuí el pálpito de su cálida energía, un torrente cándido y diáfano imposible de ignorar. Recién había esbozado mi dibujo en el lienzo de 60x92, medida que hasta el momento no me había atrevido a trabajar, cuando Paula se sintió atraída por mi proyecto. Una vieja y antigua bodega que de manera causal había descubierto a través de Internet.
Era una de esas páginas web en la que nunca me hubiera adentrado pero que, entre sus secciones, tenía una atractiva e inusual “Zona Crash” en la que aparecían aspectos diametralmente opuestos a su especificidad como web orientada a la programación. Tal vez eso fue lo que me capturó. Dejaban la puerta abierta a lo divergente, a lo distinto, a lo variado y, a su vez, invitaban a participar en sus foros a cualquier persona que quisiera, independientemente de sus conocimientos. Pedí permiso para hacer uso de la foto y con rapidez recibí un sí por respuesta. Al tiempo, me animaban a compartir la creación en la web, una vez terminado el cuadro. Suficiente para entusiasmarme con un nuevo proyecto. A través de la pantalla de mi ordenador intenté ampliarla, queriendo clarificar zonas que me eran complicadas de enfocar. Había sombras poco definidas y luces que me eran difíciles de entender por lo reducido del tamaño. Realmente no dominaba programas informáticos o técnicas de ampliación de fotografías.
Era evidente que a Paula le llamaba la atención la oscura abertura de aquella bodega que nada dejaba entrever tras la penumbra que se manifestaba entre las dos viejas puertas de tea que, medio entornadas, no terminaban de cerrarse. A Paula le sedujo, al igual que a mí, ese aire de misterio no desvelado y nada perceptible que se olfateaba en medio de los dos portones. Había algo por descubrir tras aquella lobreguez que, insinuante, incitaba a traspasarla, a querer ver más allá de lo que la fotografía, a primera vista, me mostraba, nos mostraba.
Me quedé pensando por minutos, mientras sostenía un par de pinceles en mis manos, de qué manera se coló esa foto en mi retina. Entre otras muchas que había publicadas, había logrado captar mi atención. Y no era precisamente por su nitidez, tampoco por su variedad de colores, cargada más de grises y colores fríos que de tonalidades cálidas. Más bien debió transmitirme una cierta evocación de infancia en donde tuve, a buen seguro, los mejores y más vívidos recuerdos y experiencias de mi vida, en una perfecta y común unión con la naturaleza.
- Oye, ¿quién vive en esa casa?- Paula no había tenido tiempo material de saber, ni de conocer, ni de distinguir lo que era una bodega. Interrumpió mis pensamientos para atraer su atención provocada por su ingenua pregunta. Insistió en ser respondida esperando de mí una auténtica respuesta. Como quiera que Paula lo que estaba dibujando era un gato, no lo pensé ni un segundo y mi contestación fue tan espontánea como tajante:
-Ahí vive un gato - Sí, Paula, ahí dentro hay un gato- Ella me ofreció la más dulce de las sonrisas en esa tarde y en su primer acercamiento a mi pintura.
Poco convencida de mi respuesta, Paula me pide, insistentemente, que le muestre el gato que vive “dentro de la casa” y tras esas grandes puertas de madera de tea. Y al mismo tiempo siento que me estoy metiendo en un callejón, un callejón juguetón y simpático, pero no cabía duda de que era un auténtico callejón sin salida. Un callejón del que no sabía si podría salir airosa después de mi conversación con Paula.
Persistente, esa sensación de querer saber qué hay detrás de esas puertas, intentar olfatear con mis sentidos la atmósfera que rodea a la bodega, la viga gruesa de madera a la derecha, apenas insinuante, tan características de esos viejos lagares canarios. La parra de viña que se acerca, sugiriéndose levemente, en la esquina izquierda de la foto, y que parece aderezar de una manera tímida el encuadre, pero sin querer ser protagonista de nada, pero en el fondo, siendo, al final, el auténtico centro de la acción de la propia vendimia.
Flanqueando las dos puertas de tea están las piedras. Gruesas piedras de basalto, duras, firmes y toscas. Sin pulimento alguno, y de relleno, alguna pequeña laja entre piedra y piedra. Auténticas como la propia naturaleza pétrea. A lo sumo, apiladas hasta formar fuertes paredes sin argamasa, ni barro, ni cal en el exterior y, dentro, detrás de esos muros impenetrables, a la vez que protectores, la bodega... tal vez enjalbegada. En el lagar, no muy lejos de la bodega, racimos, bagazos, mosto y orujos. Lugar del aguapié, de levantada de la piedra, de foniles, de barriles y barricas, de fermentos y de grados, de efluvios y de olores… Así era el lagar y la bodega de mi infancia. Y al retrotraerme en mi pensamiento tuve que arreglármelas para convencer a Paula de que era verdad, que esa bodega tenía un gato dentro. Poco convencida se me acerca y me sopla al oído –Eso no será una mentirita tuya- ¡Glup! Tragué nudos. Nunca había mentido y menos a un infante. Y por ese juego de magia y recuerdo a la vez, me había metido en terreno resbaladizo, poco propio de mi forma de actuar ya que no me perdonaría mentirle a un niño. ¿Cómo iba yo a sacar al gato de la bodega? Había que invitarlo a salir, ya que tanto Paula como yo oímos a ese gato casi maullar, lo vimos asomar su cabeza por una esquina de una de las puertas, atusándose los bigotes y observándonos con sus dos ojos brillantes y medio achinados. Paula llegó al acuerdo conmigo de que el gato sólo podría salir, cuando mi pintura estuviera completamente terminada.
Cada día en que Paula, acompañada de su abuela, llega, al igual que yo, decidida a pintar y a dibujar; cada día, siempre me hace la misma pregunta: -¿ya está el cuadro terminado?- Ambas permanecemos a la espera de que esa bodega nos descubra, por fin, ese halo misterioso que capturó su mirada y la mía. Y que la magia que salía de la foto, conjuntamente con los distintos destellos de luz que la abrillantaban, nos envuelva en colores de calidez y armonía. El gato apareció, claro que sí, detrás de la penumbra de la bodega, aquella que invitaba a ver más allá, pero eso lo contaré en otro relato.
Dedicado a Paula especialmente. A Miércoles y a su bebé. http://viajeanada.blogspot.com/ por la buena nueva. También al gato que cumplió su cometido.Al portal web http://www.aprenderaprogramar.com/ que tuvo mucho que ver en este cuento. Y al taller de Pablo que sigue nuestras andanzas http://pablinish.wordpress.com/
26 comentarios:
Hola Tanci! qué bonita entrada...que día tan extraordinario para publicarla...¡Víspera de San Andrés!. cuando se abren las bodegas, se corren los carros, y se prueba el vino nuevo que ha estado encerrado en las bodegas.
El cuadro es precioso!!!!, las puertas siempre me han gustado mucho... y así entreabierta como esta...
Me gustó mucho cómo describes la bodega y como Paula anima la historia...Genial, como siempre.¡Un abrazo!
El cuadro me encanta. La luz está muy lograda: sin comparar con la foto no se sabe si es real o pintada. La gama de colores me recuerda a esta otra:
http://tinyurl.com/d4d6aek
Aunque una abre hacia la oscuridad y otra a la luz.
Me has recordado a la bodega de mi infancia, aunque la mía olía a jamón curándose.
Y comprobado: Tchaikovsky no es lo suyo... ;-)
Bendita bodega, con su cruz en la entrada. Capaz de inspirar pintura y literatura.
No sé a que dedicar mayor aplauso, al cuadro o el relato.
El cuadro tiene fuerza y así se explica la actracción ejercida sobre Paula. El relato está "bordado", y la presencia de la niña lo hace entrañable.
Una puerta -entrada a lo íntimo o salida a lo indeterminado-, una bodega -almacen del elisir por excelencia-, unas percepciones adultas e infantiles -origen de sensibilidad y arte- y una mano que todo lo amalgama en un precioso post. Estupendo, tanci.
Un abrazo.
A las generaciones que hemos crecido con estas vivencias nos emociona leer lo que cuentas. Aunque Paula no las haya tenido, vivirá otras igual de sugerentes. Lo que va a recordar siempre es tu cuadro y el gato, la magia de la pintura, la ternura de quien se la explica, el amor a lo que nos gusta.
Tanci, ese cuadro está estupendo, se diferencia muy poco de la foto, conseguiste los ramalazos de luz y la oscuridad donde se esconde el gato. Habrá que verlo en directo.
Un abrazo de madrugada, feliz de leerte.
Encantadora narración, Tanci. Con solidez literaria. Amena, simpática. El cuadro es bonito. Ya ves en mi blog, sigo las masías, las puertas, las ventanas... siempre hay algo que hacer en esas masías.
Repito: La descripción es maravillosa.
Luis.
El relato es dulce, tierno, delicioso... Y las pinturas me gustan muchísimo, llenas de color, imaginación y gracia.
Me he quedado sin palabras. Sólo puedo decirte: excelente.
Un abrazo enorme y agradecido.
El arte es mejor que la realidad, incluso cuando esta es amable. Muy hermoso. Un saludo :)
Mi querida Mary, sé que estos recuerdos nos llegan al alma. Vivencias paralelas en un mundo paralelo. La zona norte de la isla está de fiesta en este día de San Andrés. Bodegas, vinos, tablas, cacharros, castañas y sardinas son un elenco de vocablos que hay que vivirlos para entenderlos. Tú y yo sabemos lo que cuesta un buen "buchito" de vino. El cuadro ha sido uno de esos proyectos de los que me siento muy contenta.también me atraen esos portones que cumplieron su misión. Muchos perduran. Así que, a tu salud ¡qué viva San Andrés!. Un fuerte abrazo, amiga.
Miércoles me gustaron las puertas del enlace que me enviaste. Y si, unas hacia la luz, otras hacia la oscuridad. Aunque siempre las prefiero "abriendo puertas".Me satisfece que te haya gustado mi pintura y más sabiendo de tus referentes pictóricos.Algún día, sé que le encantará una "Sinfonía de los juguetes" ... al tiempo. Muchas gracias por tu visita. Un abrazo para tí y para tu bebé.
María Jesús, a pesar de la cruz que está en su sitio justo, la ispiración viene porque le encientra a uno trabajando siempre. O algo así decía Picasso. Así que bendita inspiración cuando uno está en la brega. Besos.
Demián, me halagan tus palabras. Y una sonrisa tímida aparece en mi rostro cuando las leo. Me han llenado de alegría ¿para qué negarlo? Te aseguro que si tuviera que elegir a un crítico de arte, te pediría que lo hicieras. Tal es la altura de tu descripción... Gracias. Me ves con muy buens ojos. Me gustó especialmente lo de la "entrada a lo íntimo o salida a lo indeterminado". También lo bordas con tus pensamientos, Demián. Siempre agradecida de tus comentarios y tu vidita. Un abrazo.
Virgi, podrás imaginarte lo que disfruté pintándolo con Paula al lado. Podrás imaginarte cómo era cada secuencia del cuadro con sus preguntas hasta terminarlo. Y podrás imaginarte cómo salió el gato de la bodega. Todo ese proceso me hizo seguir los pasos que siempre seguimos en la escuela.¡Bendita infancia! Y es cierto, Paula recordará todo tal cuál. No me cabe la menor duda... seguir potenciando las sensibilidades y el desarrollo de las emociones es tarea difícil, pero bella, muy bella.Me alegra, además, que también te gustar el cuadro. Quedé muy satisfecha, ya lo verás. Un abrazo de esos de oso, Virgi.
Luis te sigo. Y te sigo siguiendo los caminos que sigues. Veo tus fotos mi me encantaría pasar y pasear por todos esos lugares que nos vas mostrando. Esas masías y caseríos que perduran. Algún día tendré oportunidad de recorrer algunos de ellos. Mientras me conformo co todo los que nos regalas en tus caminatas. Un abrazo.
Isabel, si me dices excelente, me llevo lo mejor de lo mejor. Tus palabras y tus apreciaciones siempre han sido un buen referente para mi. Y te aseguro que Paula ha tenido mucho que ver en esta creatividad encadenada; pintura, historia, gato, mímica etc. Siempre Isabel te doy las gracias por venir. Y siempre te envío el más cálido de mis abrazos.
Uf, Explorador arte y realidad muchas veces se confunden. Y a veces hasta nos sobrepasa. Pero sé que te ha llegado, a pesar de que esta vez me tocó a mí hacer una narración algo más larga ;-) Espero tus fotos y tu música. Espero también tus historias. Un abrazo.
Cuadro y relato / Relato y cuadro.
Forman un conjunto estupendo, con fuerza y garra ambos.
El relato engancha por su ternura, agilidad, delicadeza...
¡Hasta yo me puse a buscar al gato por si se te había escondido en alguna esquina!
Y me temo, querida Tanci, que Paula no descansará hasta que no pintes "a un lindo gatito", asomando en la puerta de la bodega.
Preciosa entrada.
Un abrazo cariñoso.
Así es Juglar. Paula no descansa en ese intento. Pero creo que entre ella, el gato y yo formamos ya un delicioso trío imposible de borrar. Me alegra, además, que te haya enganchado y que te haya gustado. Es lo que tiene la fantasía, nos deja con un sabor dulce en el corazón. Ese dulce sabor fue transmitido por Paula, auténtica protagonista de esta historia. ¡Ah! y su gato. Gracias por tus palabras Juglar. También ese abrazo para tí caluroso.
Querida Tanci, llevaba tiempo sin visitarte y me he llevado una grata sorpresa con este cuadro tan bonito, tan bien pintado, y con este relato tan magnífico. Me han encantado tanto uno como el otro.
A ti te sedujo esa bodega, esas puertas por donde podría asomar el gato, y a Paula también pues la curiosidad de las niñas siempre les lleva a mirar entre las puertas entre abiertas.
Enhorabuena, Tanci. El cuadro, al ser tan grande, lucirá muy lindo donde lo pongas. Sigue pintando y escribiendooooo.
Un abrazo
Conchi
¡Hola tanci!
Precioso relato, espero leer la continuidad de este muy pronto, la curiosidad de los niños van muchas veces más allá de nuestra capacidad de respuesta.
El cuadro es muy bonito.
Un abrazo.
Rosa.
Hola Conchi,también llevo tiempo sin pasar por tu casa. La verdad es que no tengo mucho tiempo.Le decico poco al blog y tengo a mi alrededor muchos fuegos encendidos. ;-) Bueno el caso es que sé que ya han terminado la obra de teatro. Te doy las gracias por tu visita y me alegra un montón que te hayan gustado ambas creaciones. Seguiré pintando ya que me lo pide mi alma. Y bueno, la escritura también aunque para ello necesitaría algo más de tiempo. Te mando un abrazo fuertote.
Si, Rosa. Esa curiosidad es inimaginable. Pero lo más que me gusta es ese candor con que hacen sus preguntas. Esa diafanidad directa y llana. Vendrá la segunda parte. Pero hay que esperar a que el gato vuelva. Je, je.Muchas gracias por venir. Un beso para ti.
El gato que está, no sé si triste, no sé si azul, nunca se olvida; permanece detrás de la puerta que lleva a nuestra infancia. Al leerte, me transporté, de la mano de la inocencia de Paula, a la mía. Dulces, evocadores: relato y cuadro, palabras y colores.
Un cálido abrazo para tí.
Hola Isabel. Esa calidez que destacas me fue contagiada por Paula. Siempre he estado muy cercana a la infancia, por ello esa evocación la tengo muy presente. Me es tan fácil... Por otro lado ese gato, no estuvo triste, pero me hubiera gusrtdo que hubiera salido un poco azul, como el de la canción. Fíjate en su cara, dio mucho juego. La infancia, lugar divino.Gracias siempre por acercarte y por tus palabras. Un abrazo
Por fin, Tanci,he vuelto a visitar tu blog después de varios meses. La verdad es que me ha parecido un cuento precioso. Me gusra la forma que has utizado para narrarlo.Respecto a la pintura no me sorprende lo bien elaborada que está. ¿Por qué? Pues porque siempre he pensado que pintas estupendamente y que encima cada vez lo haces mejor.
Te ha quedado un gran conjunto muy creativo, aunque el cuadro sea una copia de una reproducción, tú has sabido darle tu toque personal.
Amiga, Tanci, te felicito por tu gran labor y nunca las mañas pierdas. Deseo que nos sigas deleitando con tus fotos, con tus pinturas, con tus cuentos y demás producciones literarias.
Un fuerte, abrazo, campeona.
Querida Ana, siempre me ha gustado verte por aquí. Y si de nuevo has venido, ¡bienvenida!. Decirte que este relato tiene mucha historia. Al igual que la pintura. Ambos se entremezclan. Pero me agrada que te haya gustado el conjunto resultante.En realidad el cuadro fue hecho a través de una fotografía que vi en la red en un portal web. A partir de ahí se ha desarrollado todo.Gracias por tus palabras de estímulo. recibe un fuerte abrazo.
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