domingo, 29 de marzo de 2009

Iniciación al Camino




Para unos la meta es llegar al final del camino, para otros, son las etapas del propio camino las que llegan a conformar esa meta.”

Cuando no hace muchos años y en un encuentro profesional una compañera cercana a mi, me manifestaba al oído esta frase, me dejaba pensativa y algo admirada, dado que hasta ese momento pensaba que cierta filosofía de vida no entraba en los esquemas de una juventud que, más bien se me antojaba calculadora, fría y tendente a saciar los objetivos del momento planteados en el aquí y el ahora. Pensando yo que no había mucha cabida para un planteamiento de ayuda, solidaridad o entendimiento por su aparente inexperiencia o por su juventud. Ahora debo reconocer que me dio una bella y gratificante enseñanza de interiorización y una lección de humildad, toda vez que me hizo reflexionar ante el intercambio didáctico que se manejaba en aquel encuentro profesional.
No volví a coincidir con esta compañera hasta pasados bastantes años, y hoy es el día en que me la encontré camino de mi casa y casi por ¿casualidad?. Casi a diario me la tropiezo, gratamente, haciendo su itinerario matutino, y en su cara radiante se refleja parte de la trayectoria que ya lleva recorrida. Sabiendo ella, porque así me lo manifestó en su momento, que hacer ejercicio físico le produce endorfinas, le aligera el cuerpo, le pone en marcha todo un mecanismo positivo liberando su mente, flexibiliza sus ideas, recibe con alegría el entorno del que forma parte, aparece un estado más optimista y eufórico, le relaja haciendo desaparecer su estrés, y lo que es mejor;
va por buen camino.




Ahora pienso que no fue casualidad que en nuestra reunión inicial habláramos de la profesión, de sus encantos y desencantos, de la vocación, de los frutos recogidos a largo plazo y los recogidos a corto plazo también. De la entrega, paciencia, tesón y ternura que depositas en la realización de tus tareas y por ende de tu profesión. También de las gratificaciones y frustraciones que, como consecuencia, vienen aparejadas en el ejercicio de la misma. De planteamientos de futuro…de, de, de...No en vano, uno traza diversos itinerarios en la esperanza de que alguno sea recogido para que nadie se quede a la mitad del camino, o al menos puedan llegar a abrirse camino en la senda que libremente han elegido. También uno los va trazando pasito a pasito en la consecución del propio camino, de tal manera que uno se va encaminando.
Tampoco fue casual el intento de llevar a la práctica nuestras ideas, inicialmente, sopesadas, debatidas, refutadas, a veces encontradas y siempre puestas en común. Ese, tal vez, fue el inicio de otro camino que no quise cogerlo como atajo, más bien me valió, en su momento, para continuar en mi propia ruta.
Y no es que nuestro encuentro, en el seno de nuestra profesión, terminara en un convencimiento personal; puesto que mi mayor ofuscación era admitir que para adquirir nuevas etapas había que dejar morir las antiguas del camino. Mi pensamiento, sin embargo, iba en la línea de acumular un número inmenso de experiencias adquiridas a lo largo del trayecto para hacerte cada vez más sabio, más coherente contigo mismo, con tu vida y más abierto al mundo que has elaborado con tus propios medios.
Llegado a este punto, pienso que la sabiduría no es más que un positivo impulso de entusiasmo, energía y vida, tan necesario que nos lleva a intentar solucionar o poner remedio a situaciones inesperadas o simplemente no solicitadas. Haciendo pues que nuestra senda, la que hemos iniciado desde el principio, sea más alcanzable, más transitable, más abarcable, más cercana y que puedas llegar a vivirla, si así se desea, con un poquito de mayor felicidad. Ahí es nada; el acceso a la siempre soñada felicidad, eternamente buscada y anhelada por el ser humano ¿Y por qué no? me preguntó en aquel momento. ¿Y por qué no? quedé indagándome por breves instantes de reflexión aunque de una manera incrédula, dubitativa y bastante pensativa.



Supondría un acercamiento a la vida, a enfrentar el miedo que a veces nos paraliza, en lograr convencernos a nosotros mismos que somos capaces de aprender de los obstáculos sin tratar de negarlos ni de evitarlos. De esta manera podríamos iniciar un camino particular y personal.
Sería descubrirse uno mismo y abrirse a los propios caminos que se nos van presentando, a medida que hacemos nuestro camino al andar como decía la hermosa poesía de Antonio Machado “Caminante son tus huellas el camino y nada más, caminante no hay camino, se hace camino al andar.”
Y caminando se sale a la vida, se interna uno en sus malezas, en sus bosques, o en sus llanuras sin perderse; asumiendo riesgos, estudiando retos, experimentando encuentros, luchando por los propios deseos incluso en contra de alguna que otra interferencia que nos viene de fuera.
Estamos en la vida tan obsesionados con nuestras metas, que no lograrlas nos hace caer en frustraciones que además de no satisfacernos, casi nos envenenan. Y debido a esto se desoye lo que nos dicta nuestra aspiración interior, en la que una búsqueda del equilibrio armónico, dónde cambiar patrones antiguos sería una difícil, ardua y hasta dolorosa solución. Pero honorable, noble y satisfactoria al fin.
Estoy iniciándome en El Camino.Y planeándolo hace que me sienta desde ya animada, conmovida, estimulada, emocionada, afanada, intrigada, ilusionada y enfocada en la perspectiva de mi propio recorrido. Y aunque sé que en este recorrido no voy a estar sola y que voy a estar acompañada durante todas sus etapas, sólo espero que cada una de las personas que parcipamos en este proyecto, vea la luz de nuestro Camino de una forma particular, personal e intransferible. Tal y como cada uno ilumina y a su vez es iluminado en su propia senda. No en vano cada uno alumbra, en este espacio que nos ha tocado vivir, con la antorcha que ha elegido para si. También con la que ha decidido compartir con los demás. Tal es el alcance de su propia luz.
De momento hemos desplegado un inicio de destello, y a su alrededor estamos convocados para hacer nuestro itinerario.






Até ao Fim do Fim - Ana Moura


Fado das Horas Incertas - Ana Moura


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sábado, 21 de marzo de 2009

La Fortaleza





A 2.016 m de altura y situado en la zona noroeste de Tenerife y rozando en su linde superior el Parque Nacional de Las Cañadas del Teide, está el macizo de la Fortaleza. Es un colosal roque producido por la acumulación de lava muy viscosa que se produjo alrededor del propio cauce de la emisión. Este roque consta de paredes escarpadas y fracturas que quedaron así después del enfriamiento de la colada. Todas las caras de este roque son casi verticales y han crecido algunas especies vegetales en ellas, tales como la “centáurea” o “siempreviva” que son endemismos de las Islas Canarias. A pesar de que, este roque tiene un gran valor científico y siendo de gran singularidad por su origen y por su morfología; es, sin embargo, un espacio poco vulnerable. Muy cerca está la “Cañada de los Guancheros” en dónde hay "retamas" y "codesos" rodeadas de montículos de piedra pómez o “pumita”.
Mi abuelo materno tenía la sana y sabia costumbre de subir a la azotea de “la casa”, nada más levantarse para ‘escolumbrar’ y de paso predecir el tiempo que iba a hacer en esa jornada. Y es que, en tiempos claros y cuando no había bruma que bajara desde el Teide, se veía lo alto de La Fortaleza. Emblema éste que sigue llenando los ojos a los más antiguos del lugar. Y a los que como yo, por suerte, tenemos la costumbre, el gusto y el placer de otear desde la azotea.


“No es más que un ‘monturrio’ de piedras que se ve a lo lejos y allá arriba”, me decía no hace mucho Doña Nieves anciana de 82 años. Pero ese 'monturrio' era el vigía y avizor de muchos cambios de tiempo, recibidos con gratitud o resignación.
Cuando nevaba mucho, el punto de referencia por esa zona, era que había caído nieve hasta en La Fortaleza y ya sabemos: “Año de nieves, año de bienes”. Hasta los alrededores de ese roque subían a pie los moradores de San Juan de la Rambla a coger piñas y leña de los pinos canarios cercanos.
Algo me hace suponer que este estandarte de la naturaleza, además de embellecer el paisaje y de singularizarlo, daba constancia y seguridad a mi abuelo de cuán fuerte y sólido puede llegar a ser lo que nos rodea, incluyéndonos a nosotros mismos. Así, este roque se erige y reclama su atención y su existencia, fijándose al suelo en dónde está enclavado y perpetuándose en el tiempo.
En cierto sentido, este roque se ha hecho fuerte a sí mismo porque de alguna manera se ha establecido casi como reducto imperturbable e inamovible.
Mi abuelo no era hombre de hablar mucho y actuar poco, más bien todo lo contrario; por lo que, cuando algo salía de sus labios era con justicia y porque ya no quedaba más remedio para actuar. Tenía un cierto espíritu de timidez conjuntada con una nobleza casi inusual, pero que no va contravenida al espíritu de fortaleza. Más bien, era hombre que hacía esfuerzos y sacaba fuerzas de flaqueza de dónde fuera por conseguir lo que deseaba... Nunca a mi abuelo se le fue la fuerza por la boca ni dijo una palabra más fuerte ni más alta que otra. Y, creo yo que, consiguió arañar con sus manos la tierra para sacar los mejores y los más buenos productos de sus entrañas. Mi abuelo era agricultor que, a fuerza de mucho tesón y paciencia, consiguió metas altas y que aparecían en forma de frutos colgados de los árboles y, otras más soterradas sacadas del interior de la tierra. Mi abuelo trajo de Cuba el arte de la paciencia y del tesón. La nobleza fue cosa de genética y herencia familiar.
Por eso, cuando tengo alguna empresa entre manos para sacar adelante, no me queda más remedio que echar mi vista atrás. Quizás en busca de esa fortaleza que antaño tenía la gente de campo, la gente con impulso y energía, la gente empeñada en una actitud cabezona más que nada. Y que sosteniéndose en ese sentimiento de resistencia como nuestro roque de La Fortaleza, echan 'pa’lante' sin que una fuerte nevada, ni una rociada, ni una ventisca puedan hacer mella en su interior. Esa era su fortaleza, porque, en su actuar y en su obstinación natural, sacan con firmeza cualquier tarea impuesta por ellos mismos con esa entereza para realizar lo que se desea y más que nada por la propia voluntad elegida. Tal es su fuerza de voluntad y su perseverancia.
Y es que, aunque hagan falta ojos expertos para hacer precisos cálculos ante las dificultades que se pueden ir presentando en la vida, o ante la resolución de iniciativas; de alguna manera, uno se mide antes de entregarse a ellas. Y tal vez, uno va y lo consigue y lo logra pero siempre a fuerza de constancia, empecinamiento, tozudez y altas dosis de paciencia y confianza.
Y así es como de una manera natural casi, y sin que uno se dé cuenta, echa mano de ese motor imprescindible en el ser humano y que viene a ser la fuerza vital. Y hasta parece que uno recobra por unos momentos un cierto resuello, en la medida que le hace ser a uno más consciente de sus posibilidades. Y uno va y se queda maravillado y asombrado ante tal dimensión de la naturaleza, como ese prominente roque del que he hablado y que está enclavado en un lugar cercano al Portillo. Y que se vislumbra desde la casa de mis abuelos. Esa naturaleza inquebrantable, bien definida, fija, bien sostenida, casi imperturbable… cómo queriéndonos demostrar que a pesar de las múltiples y sucesorias nevadas, a pesar de las ventiscas, serenos y granizadas…; esa naturaleza digo, se ha hecho fuerte cual reducto defensivo. Y yo sé, siempre en mi interior, que nunca lo moverían a la fuerza y mucho menos en contra de su voluntad. Más bien se dejaría hacer y deshacer con sólidas bases pétreas firmemente instauradas.
Hoy me mantengo vislumbrando a La Fortaleza desde la azotea de la casa, tal y como lo hacía mi abuelo cuando oteaba el cielo y miraba al horizonte, en busca tal vez, de un tiempo mejor y que le pudiera sorprender, a fin de perseverar en todos sus propósitos.




Even Though Youre Gone - Angelis



Aspiration - KIM ANGELIS

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domingo, 15 de marzo de 2009

De nuevo la luna




Envío al universo
un mensaje de amor
que lo recoja la luna
para su aprobación.

¿A qué juega la luna?

Juega a caras ocultas
detrás de su estela,
a que yo te doy
a que tú me prestas.

Juega a caras abiertas
a ingenuidad manifiesta
a planes estudiados
y a conseguir
resultados.

Me puede la luna
con su puntual estrategia
su influjo me lleva
y no me doy cuenta.

Esa luna lunera…
juega sutil a ocultarse,
para aparecer radiante
dejando su huella.

Vestida de blanco
con grises compuesta
algunos lunares
imprimen su estela.

La luna me ofrece un juego
de tácticas esenciales
de vitales réplicas,
la observo desde mi azotea
pensando en ataques y defensas.

Se queda alta la luna
se queda quieta,
pasa su mano grácil
arrullando mi respuesta.

Vuelve mi luna lunera,

y debo estar más atenta,
vuelve con su cara blanca
vuelve a estrechar sus cercas.

Deja una veladura
a pesar de su barrera
me toma de la mano
y poco a poco me eleva.

Vuelve mi luna lunera,

por una rendija se cuela
ese amable rayito de ella,
y he de estar más alerta.

Vuelve mi luna lunera,

vuelve y me deja despierta
esta vez
me llega su luz
más directa y tierna.

Aunque sigue siendo
arrogante y altanera
cuando se muestra abierta,
sé que un halo de ella
me abre las puertas.

Su luz me ilumina
cuando me roza apenas
sigue siendo mi luna lunera.

Esa luna juguetona y traviesa
me descubre, me empuja y me lleva.


In Harmony - THORS



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sábado, 7 de marzo de 2009

Entre hierbas


No es tiempo de regar las plantas, a no ser que las plantas sean de interior y estén un poco mimosas…en tal caso habrá que ponerles bastante mano y dedicarles el tiempo y la atención que se merecen. Y no es momento de regarlas porque de tanto que ha llovido, el agua las tiene anegadas. Demasiada agua sobre ellas las llevará al ahogo, cuando no a morirse. Todo lo excesivo se pasa de rosca y, ya sabemos que la extralimitación puede llevar a un desequilibrio que podría desembocar en la pérdida total de lo construido.
Pero vengo hoy a hablar de plantas que me cautivan, tanto por su olor como por el sabor que dejan en mi paladar, cuando nos brindan con un "agüita" o infusión salida de sus hojas o flores.
Hoy vengo a hablar de la Reina Luisa y de la Caña Santa. Ambas me producen un dulce recuerdo, a la vez que mi retina las ha fijado nítidamente para pasarlas a una buena y grata estampa de mi niñez.

La Reina Luisa o Hierba Luisa que procede de América del Sur, se caracteriza por ser un arbusto de tamaño no demasiado grande y duro. La recuerdo bien, plantada al resguardo y en una esquina del patio de la casa de mi abuela, en donde el sol y la sombra conjugaban sus alternativas visitas, a fin de proporcionarle ambos las necesarias caras. Su tronco fue retorciéndose y haciéndose más leñoso a medida que pasaban los años. Era como si aparecieran callosidades en las que se dejaban ver largos años en largos ciclos o períodos.


Por lo que mi abuela contaba, era la Reina Luisa buena para ciertos trastornos digestivos así como para tratar la inapetencia y también para tratar las flatulencias. Así mismo, se empleaba para apaciguar los dolores menstruales.

Ahora me entero también que se halla indicada para diferentes tipos de alteraciones nerviosas, especialmente en casos de ansiedad y parece ser que, en muchos casos, se consigue mejores resultados que algunos tranquilizantes químicos. Por lo tanto es una planta medicinal y aromática. Por su sabor, parecido al limón, es muy apreciada por mucha gente. Sus hojas son alargadas y finas, y al tacto algo carrasposas. Sus flores son pequeñas de color blanco o también azulado y están dispuestas en ramilletes.

La Caña Santa, sin embargo, es de otro calibre. Proveniente de la India viene siendo una hierba perenne que no crece demasiado. Sus hojas son alargadas y muy finas llegando a medir un metro aproximadamente de longitud. Esta hierba se emplea para atajar los catarros, o sea, que también es medicinal. Es una planta que no exige mucho en cuanto al terreno en donde crece y más bien es agradecida. Su olor también recuerda al limón.
Ambas plantas las tengo vivas y presentes, tanto por su utilidad medicinal como por mis ancestros.
Pero la diferencia entre una y otra estriba en que, si bien la Reina Luisa es leñosa y fuerte, la Caña Santa aparenta débil y es más bien flexible. A pesar de denominarse así, poco o casi nada de caña tiene. Observar a estas dos hierbas me recuerda que, si bien ambas desprenden un atractivo olor y ambas son también similares en cuanto al paladar; sin embargo, son distintas en su crecimiento, en su desarrollo y en su presencia. Cada una con su naturaleza particular obviamente.

La Caña Santa, no es tan santa porque puede herirte sin avisar. Si pasas algún dedo por el borde de alguna de sus hojas con cierto descuido, puede llegar a cortarte sin que te des cuenta. Y en eso es experta. Y siendo en apariencia endeble aunque de hojas alargadas y un poco cortantes con sus aristas, no creo que pueda “dar caña”, como su propio nombre lo pretende indicar. Hay que saberla coger con cautela y hasta con delicadeza. Y acercarse a ella con mimo y esmero.
La Reina Luisa, sin embargo, presentando su tronco y sus ramas leñosas, también se deja atraer por su aroma peculiar, por la finura y delicadeza de sus hojas y por lo grácil y efímero de sus flores. La Reina Luisa es una planta difícil de pegar, lo hace mediante esquejes y hay que tener buena mano y buen tiento para lograrlo. Los ingleses lo llamarían "green fingers".
La Caña Santa se reproduce más fácilmente por trozos de la misma planta y que tengan algo de raíz. No hace falta ni tan siquiera tener mano izquierda para conseguirlo. En realidad con la Caña Santa no podrías nunca “dar ni meter caña”, tal es lo endeble de su estructura.

Y sin embargo con algún pequeño gajo de la Reina Luisa podrías dar algún “variscazo” en algún momento. Como aquel que un día me propinó mi tía ante mi continua inquietud e intranquilidad, propiciada por una cierta hiperactividad, sobre todo a la hora en que los mayores ejercían su derecho a siesta.
El asunto fue tan simple como pueril, ya que no lo he olvidado y cada vez que lo recordamos ambas, mi tía y yo, terminamos riéndonos a más no poder con todo el cariño y la ternura de la que somos portadoras. Y no es que me doliera el “variscacillo” dado. Que si que me dolió en su momento, por provenir más que nada de mi querida tía y de la que no creía que me lo fuera a propinar. Tal era el grado de confianza, de acercamiento y de empatía que ambas teníamos. Es que, ya había sido avisado y anunciado con mucha antelación y en varias ocasiones durante aquella larga y calurosa tarde de verano. Aviso del que no hice ningún caso, por seguir en mi frenética y bullanguera actividad infantil. Cuando lo que tocaba en aquel momento era el descanso de la obligada siesta matutina.

Lo que me dolió más es que se ejecutara, pensando yo que nunca se llevaría a cabo por mi tía, a la cual idolatraba desde mi mente infantil y desde que tuve uso de razón.
Sin embargo, mi dolor quedó anulado al saber y ser consciente que, en el empleo de una vara, había mucho más de juego y cariño tácito, que el propio castigo que se intentaba propinar.
Supe, sin que nadie me lo explicara, que aquello era un aviso al que se le aplicaba un efecto de prueba-ensayo, en el que cada una de las partes debía conocer el límite de hasta dónde llegar.

Mi tía, nunca más, volvió a emplear el cariñoso “variscacillo”, dado que fue sólo una advertencia; y yo aprendí a escuchar ciertas peticiones de los mayores a sabiendas de que había que respetar los momentos de cada uno, máxime cuando éstos habían sido, previamente, bien definidos.

Cuando riego la Reina Luisa
me acuerdo siempre

de mi tía Pepita.
Una planta difícil de pegar…
fácil de mimar,
el olor que desprende
denota suavidad.
A ella le gusta su aroma singular,
a mi me quedó el recuerdo
dulce y peculiar
de la Caña Santa,
que un día me dio a probar.
Fue en su hogar por casualidad,
o si es causalidad… el tiempo lo dirá.


















Time After Time - Cyndi Lauper & Sarah Mclachlan









Time After Time - Cyndi Lauper
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