Un ganador por excelencia.

Podría ser su hijo, o mi sobrino, o un hermano. Todos podríamos tener uno en casa, alardear de ese uno, alegrarse con ese uno y hasta seguir el mismo ejemplo de un número uno. Pero la excelencia es él. El ganador es él, el jugador es él, el deportista es él y sólo él.
Gran persona, gran jugador, esforzado hasta más no poder, poniendo todo su ímpetu en su objetivo. Amigo de sus amigos y familiar hasta dónde sólo él puede serlo.

Podría ser, también, engreído, ser altivo, arrogante o altanero.Pero no lo es. Es sencillo y humilde, y esa humildad conjugada con la lucha soberbia del que pone todo su empeño en conseguir un logro con el esfuerzo de su trabajo, de su constancia y de su ahínco; es lo que simplemente le hace excelente. Como excelente y generoso es su desprendimiento en crear la fundación que lleva su nombre; Fundación Rafa Nadal, en la que se trabajarán proyectos con los colectivos más desfavorecidos y cooperación para el desarrollo, así como con la infancia, juventud y personas con discapacidad y en situación de exclusión social.
Pero la excelencia no está reñida con la sencillez, no está reñida con la naturalidad, ni con la simplicidad, ni con la camaradería, ni con el don de ser buena gente. Así lo define su tío: "Rafa es buena gente"; y eso llena muchos corazones y le hace a uno amarlo, añado yo.

Con el premio Príncipe de Asturias, se viene a reconocer en Rafa la labor de haber puesto a nuestro país , tan lleno en muchas ocasiones, por otra parte, de zafiedad y de bazofia, en un alto grado de excelencia. A la vez que se le otorga a Nadal la justa valía como deportista, y el reconocimiento de sus valores como persona. Ya otros también lo lograron con anterioridad, no vamos a desmerecer a todos aquellos que méritos han hecho. Pero es que nuestro Rafa, tan sólo tiene 22 años recorridos. Y yo siempre había creído que con esa edad aun no se había empezado ni tan siquiera a pensar en ser persona; sabiendo que la madurez tarda bastante en ir apareciendo en muchos de nuestros jóvenes.
Y Rafa es como si fuera nuestro, como si todos los que le admiramos y amamos este deporte, lo tuviéramos en casa. Pero para su bien; Rafa, ya tiene un amplio camino recorrido en tan corto trecho.

Por eso, pensar que este modelo me es válido para el reflejo de nuestros jóvenes y de los no tan jóvenes; pensar en ésto, tan sólo, me tranquiliza. Y me brinda una esperanza luminosa y encantadora de futuro para muchos de nuestros jóvenes que quieran recogerlo.
Es obvio que no todos llegarán al podio como Nadal. Pero sí la mayoría,
por no decir todos. Con educación, esmero, cortesía, sencillez y ahínco, podrán llegar a ser exquisitas personas y lo que es mejor, ganadores de por vida por excelencia. ¡Felicidades Rafa una vez más!
Sigamos tu ejemplo en nobleza, humildad y excelencia.