domingo, 29 de junio de 2025

Regar las plantas






¿Regar las plantas de noche o de mañana temprano? Ambas se me antojan vivencias totalmente distintas. Mientras riego las plantas de noche, me viene el recuerdo de aquella casa del Barrio de La Salud con su gran patio interior en el que mi madre cuidaba un vergel, un espacio vital oxigenado. Ante la ausencia de huertas o campo cercanos a la casa terrera, ella centraba y cuidaba este espacio como parte de su necesaria cercanía a la naturaleza. No había veredas, caminos por los que discurrir diariamente, pero este espacio se convirtió en su santuario personal. Al mismo tiempo y pasados los años, soy consciente de que me lo comunicó ya que participaba activamente de su cuidado cuando ella lo requería.


El chapoteo del agua con los cubos distribuyendo, pacientemente, cierta cantidad a cada planta con un cazo de rabo, me transmitía alegría como si se tratara de un festejo cada cierto tiempo en aquel patio. Y me pregunto si este sentimiento de vivacidad grabado en mi infancia y que permanece a lo largo de los años, sería el mismo para los distintos seres vegetales que poblaban parte de aquel patio cuadrangular de losetas rojas y rodeado de ventanas. Por las ventanas del comedor, de la cocina, del baño y del pasillo al que daban nuestras habitaciones y la de mis padres, entraba la luz tenue de un único bombillo, proveniente del patio interior. Las cortinas y visillos hechos por la mano de mi madre, dejaban traspasar esa tímida iluminación a través de las figuras geométricas de los calados y de la blonda. Aquel halo amarillento procedente de bombillas de 125 vatios era una luz macilenta y se filtraba mientras yo escudriñaba detrás de aquellos visillos translúcidos los movimientos seguros de mi madre al rodar cada una de las macetas de lugar en un intento de organización casi militar. Las pequeñas crasas delante alineadas, la planta de salón con sus largas hojas lanceoladas verde botella, a modo de brazos detrás, para que no taparan a las más endebles. Los corales con sus delicados ramilletes de flores rosadas pegadas a las esbeltas varas, a los lados, en sendos macetones de tres patas. Colgada de una gran alcayata, que mi padre había colocado firmemente con un gran taco en la pared y en la esquina, estaba la esparraguera que vertía sus largas liñas con sus diminutas hojitas apiñadas a lo largo. A su vera, aunque colocada un poco más abajo, estaba la planta enredadera de la flor de la cera, que destaca una vez al año por sus diminutas florecillas blancas que se asemejan a flores de porcelana en cuyo centro hay un pequeño botón rojizo haciéndola realzar más, si cabe. Cada pequeña flor posee cinco pétalos, con la curiosidad de iniciarse en pequeños pentágonos regulares rosáceos hasta que se abren en flor. Estas florecillas,  agrupadas, forman pompones similares  a los realizados con madejas de colores.


En mi patio estas flores carnosas atraen a las abejas ya que desprenden un olor muy suave y también pequeñas gotitas de néctar que son de gran interés para estos pequeños insectos.


Esta noche me sentí feliz de una manera muy particular al salir al patio de madrugada a regar las mías, las que están a mi mano y a mi cuidado. Mientras me acariciaba el aire fresco en aquellas horas poco oportunas y se me colaba por mi cuello y escote, y mi casa se refrescaba, pensaba en la esparraguera herencia de mi madre colocada en otra esquina, pero igualmente altiva en el patio. La flor de la cera que ha sido podada y que poco a poco le van brotando pequeñas hojitas de color verde brillante. Herencia también de las manos de mi madre.


Instintivamente les paso la mano y las acaricio. Les paso la mano y las acaricio. También a las pequeñas plantas crasas que viajaron desde Tejina y que con tanta generosidad llegaron hasta mí, plantadas con buena tierra y con ganas de seguirme acompañando. Las pequeñas necesitan riego con regadera, a las grandes, como la gran helecha que se ha adaptado a sentir el apoyo del pilar central de madera como si le diera calor y seguridad, les va muy bien el chorro de agua directo de la manguera.


Hay tres plantas en este patio que se mantienen en agua sin necesidad de tierra; una es el orégano silvestre que tiene propiedades curativas para calmar la tos y el catarro, así como para mejorar la respiración y las otras dos son suculentas.


Regarlas de noche me supone sentirlas transpirar de forma más silenciosa que de día, pese al mismo chapoteo del agua. De día pareciera que reciben el agua de manera cantarina como a ritmo de jazz o de swing. Regarlas en la noche me sugiere un vals o un susurro adormecedor de una nana para no despertar a los vecinos. 


A las dos de la madrugada y con la luz del patio encendida no pude evitar adentrarme en las habitaciones interiores de la casa donde sus ventanas se orientan al patio, al igual que sucediera con las ventanas de la casa de mi infancia. Y desde allí llenarme de esa cálida luz que traspasaba las cortinas para colmar las habitaciones de una luz similar a la de mi niñez, pero esta vez sin la presencia de mi madre, ni de la algarabía de su voz, ni el juego de mis hermanos, ni de la ayuda de mi padre en bajar la esparraguera de la alcayata. Sólo el discurrir del chorro de agua abierto a propósito sobre la capa de la reina para experimentar durante unos segundos que, pese a la ausencia, ella seguía allí y aquí, cerca de las plantas, del chorro de agua y del cazo de rabo de aluminio que hacía de regadera en su momento.

viernes, 27 de junio de 2025

Flores






 Es primavera.

Hay un totum revolutum

en el jardín.

jueves, 19 de junio de 2025

Hermanos





Estos dos roques

permanecen enteros

sin decaer.

Ayer, hoy y mañana, 

su visión nos agrada.

miércoles, 11 de junio de 2025

Presentes


.                                         Foto Tanci



Nos da regalos

después de muchos años,

el limonero.o

domingo, 1 de junio de 2025

Arropada

 

 
                                         Foto Tanci




La casa vieja

detrás del nisperero

está arropada.

domingo, 18 de mayo de 2025

Portón


.                                                  Diseño Tancl



No está cerrada.

Todos pueden entrar

por esta puerta.


viernes, 16 de mayo de 2025

Descubrimiento


.                                      Foto Tanci




 Una amapola.

Sin buscar la belleza

apareció.

miércoles, 7 de mayo de 2025

Helechas


.                                             Foto Tanci




 Entre las piedras 

del muro derrumbado

crecen helechas.

lunes, 5 de mayo de 2025

Duraznero

 

                                                                    Foto Tanci



Siempre me atrae

el duraznero en flor,

por su color.

martes, 29 de abril de 2025

Fruta de verano

 

                                        Foto Tanci


Ya viene, ya.

Cargadito de flores,

el ciruelero.

jueves, 17 de abril de 2025

Día Mundial del Arte


.                                                   Diseño Tanci


15 de abril.Día Mundial del Arte


El arte es lenguaje, es memoria, es identidad.

Es una forma de expresar lo que somos, lo que sentimos y lo que soñamos. El arte nos envuelve y nos hace, tal vez, mejores personas.

domingo, 13 de abril de 2025

Llegan cartas


.                                                    Foto Tanci


 Para las cartas 

de amor y desamor.

Buzón de piedra.

viernes, 11 de abril de 2025

Sosiego



.                         Fotos Tanci


Con el silencio

se llena de quietud

el universo.

lunes, 3 de marzo de 2025

El pupitre


Mi padre siempre quiso que estudiáramos. Emigró a Venezuela con estudios primarios para buscar una vida mejor. Y la encontró. De regreso a la isla, pudo establecerse como comerciante en un barrio populoso de Santa Cruz. Su venta, además de ofrecer a sus clientes productos de primera necesidad, también era una mezcla de pequeño supermercado todavía no inventado, en el que se vendía desde una sedalina, pasando por una libreta, lápices, gomas y hasta colonias entre otras cosas.  La llamaban la venta de las macetas por la gran cantidad de macetas de barro de distintos tamaños y precios que ofrecía. Mi padre era un auténtico emprendedor en tiempos de carencias y necesidades de posguerra. Siempre lamentó no haber podido estudiar más. Y, sin embargo, fueron sus estudios básicos los que le propiciaron abrirse camino a la par que sacaba a su familia adelante. Por eso y porque valoraba la cultura no escatimó en ofrecernos lo mejor para nuestro futuro.  Cuando mi padre consideró que tanto mis hermanos como yo, estábamos en edad reglamentaria de tomarnos nuestros estudios en serio, nos regaló un pupitre,  estoy segura que en común acuerdo con mi madre. Bueno, en realidad dijo que se lo encargó a los Reyes Magos para que fueran ellos los que nos lo trajeran.

Pero aquel no era un pupitre cualquiera. Mi padre hizo el encargo al carpintero cercano del barrio y le llevó en una hoja de papel su propio diseño, dejando clara  su idea de pupitre “comunitario”. El carpintero puso no sólo su mano y su profesionalidad, sino también su arte y su experiencia. Se empeñó en lograr, bajo aquel diseño, una magnífica pieza de madera con sus correspondientes asientos.

Como éramos tres hermanos, mi padre consideró que en un solo mueble podrían estar los tres pupitres unidos entre sí, por lo  que diseñó, y encargó, una mesa alargada, pero dividida en tres secciones independientes. Cada parte culminaba en una gruesa tapa de abrir y cerrar con bisagras doradas, que tapaba los correspondientes cajones donde colocábamos nuestros cuadernos, libros y maleta. Nos cabía todo. Esa parte superior era de formica oscura color caoba, superpuesta sobre una base de madera auténtica. No había ni chapado ni contrachapado. A mi padre le gustaba la madera-madera. Las patas de aquel mueble eran torneadas y el color, en contraste con la tapa y la base, era algo más claro.

Debajo del pupitre alargado estaban los tres taburetes.

No había mayor placer al llegar a casa de la escuela por la tarde que, después de tomar la merienda, abrir la tapa de aquel pupitre y colocar o sacar nuestras cosas de aquel espacio rectangular. 

Aquel sería nuestro lugar de estudio en palabras de mi padre, y las suyas eran palabras mayores. Por eso al llegar de la escuela, nos decía: 

-Lo primero es el estudio y la tarea. Yo no les pido nada más. 

A mi padre le entristecía la magua de no haber podido estudiar y, tal vez por ello, sus palabras sonaban como a sentencia. Nosotros intentábamos no defraudarlo. Procurábamos no hacerlo, tal vez motivados por nuestro flamante pupitre, o motivados por él mismo, que acariciaba la tapa de formica cada vez que se acercaba a nosotros para ojear que tarea estábamos haciendo, a la vez que nos acariciaba la cabeza, o quizás por el entusiasmo de poder consultar la primera enciclopedia que adquirió para nosotros. O tal vez porque “el estudio” y no los estudios, aquel estudio que significaba tanto para él, nos lo traspasó haciéndonos ver lo importante que era para nuestro futuro. 

Se asomaba a la puerta de la habitación donde estábamos haciendo las tareas y con enorme satisfacción comprobaba que estábamos afanados intentando colocar números, letras y dibujos en las libretas de cuadros o de rayas con tapas azules. Se retiraba sin apenas hacer ruido como cuando se levantaba en silencio en pantuflas a las 4 de la madrugada para ir al mercado en busca de la mercancía del día. Ambos, mi padre y mi madre, repondrían los artículos a tempranas horas de la mañana en su venta del barrio: la venta de las macetas.

Hoy recuerdo aquel pupitre alargado y robusto, de muy buena madera que ocupaba casi todo el largo de una de las paredes de la habitación de mi hermano que, por ser el más pequeño, compartió con nosotras espacio, horas de estudio y tareas. Mientras, en el lado opuesto de la habitación, mi madre cosía en su máquina algunas piezas de ropa para nosotros.

Todavía anda rodando por la casa y sigue siendo útil, uno de los tres taburetes de madera de color y de patas torneadas con igual diseño que las patas del pupitre de nuestra infancia. Me pregunto si colaboró, de alguna manera, con su esfuerzo y su ilusión al dejarnos aquel gran regalo de nuestra infancia, para que hubiera un estímulo perenne hacia “el estudio”, el aprendizaje y las ganas de progreso en nuestras vidas. También me pregunto si influyó en la elección de nuestras carreras universitarias y posteriormente en nuestra profesión.  No hay metas cumplidas sin un primer paso y una guía. Y aquel pupitre formó parte, estoy segura, de ello.

sábado, 1 de marzo de 2025

Aguas de marzo






 Aguas de marzo.

tranquila la bahía

alguien pasea.