-“No emplees toda la mano, Lucía. Apenas pálpala con tus tres dedos. No tires de ella bruscamente. Vas dándole la vuelta lentamente y poquito a poco con el dedo gordo, el índice y el del medio hasta que el pezón vaya cediendo. Entonces se desgajará de la rama como fruta madura” -
Lucía había aprendido, desde su niñez, a coger las ciruelas del árbol delicadamente, casi acariciándolas. –“Sin despezonar”- cómo decía su abuela -“No hay que arrancarles el rabillo, ni tampoco debes quitarles el polvillo fino que las cubre. Una fruta manoseada y despezonada no es fruta fácil de vender al intermediario y tampoco es muy agradable para ponerla en el frutero a la mesa”-
Ahora, frente al viejo y retorcido ciruelo negro, enmarañado de zarzales silvestres y que se alongaba a la vera del barranco, Lucía vuelve a sentir la necesidad de volver a recoger la fruta, experimentando la misma pulsión que, desde siempre, le había llegado a modo de ráfagas momentáneas como si de un mensaje exotérico se tratara. Por más que quisiera negarlo en su interior, Lucía seguía alineada con la naturaleza.
Foto Tanci
También puedes leerlo en http://estanochetecuento.blogspot.com.es/2012/09/sep145-alineada-de-mercedes-c-velazquez.html
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20 comentarios:
Cada día soy un poco más Lucía.
Uy! veo que te has animado con la fruta madura ¿lo has enviado Tanci?. No lo he visto por allí o se me ha pasado por alto.
Este alineamiento de ser humano y naturaleza puede recoger muy buenos frutos si te lanzas a ello.
Describes con sensibilidad la delicadeza del placer al recoger los frutos y en el personaje puede intuirse un ser sensible y, en este caso, como tú dices : "alineado".
Me gusta Tanci, ¡me gusta mucho!.
un beso.
María Jesús a eso mismo aspiro.Una con todo lo que me rodea. Gracias por venir. Un abrazo.
Laura, muchas gracias por tu bonito comentario. Siempre tan lleno de optimismo y vida. Sí, efectivamente está enviado.¿Habrás tenido algo que ver en este asunto?;-) Un montón de gracias y de ternuras.Un fuerte abrazo desde aquí.
La delicadeza de tu ser la imagino cogiendo ciruelas (o cualquier otra fruta). Y si con este aprendizaje pudiéramos extraer la belleza de la vida, ah, qué hermoso podría ser!
A ver si la fruta la leo en otro sitio, me alegraré muchomucho.
Allá voy.
Un abrazo dulce y fuerte.
Muy bonito y apegado a la tierra, a la tradición.
Por el comentario de Laura y tu respuesta a ella, intuyo que lo has presentado a algún concurso o sitio participativo. ¡Bien!
Me encantó la delicadeza con la que describes el modo de arrancar la fruta.
Un beso, o dos.
Virgi, tus palabras emocionan por delicadas, por afecto y por cercanía. Me quedo con tu hermosura, esa si que la tienes bien aprehendida Virgi.Gracias por estar. Gracias por tu visita. Un abrazo caluroso, amiga.
Si Isabel, muy apegado a la tarea diaria de coger la fruta. Lucía parece que es experta en lo simple aunque duradero.Y si es verdad, en el lateral de mi blog colgué el lugar dónde lo presenté. tal vez despejando caminos... Un fuerte abrazo querida amiga.
Muy bien alineada. Estar más cerca de la naturaleza gratifica muchísimo.
Un saludo :)
Precioso, Tanci, y muy tierna la forma como describes esa natural alineación de Lucía con la naturaleza.
Es una virtud al alcance de muy pocos.
Un cercano y cariñoso abrazo.
No es fácil coger la fruta de los árboles. Yo soy una negada y eso que solo recojo algunas naranjas. No tenemos suerte con los árboles frutales, solo el naranjo y el peral de casa de mis padres.
Esas ciruels tienen muy buena pinta.
El relato, genial, como tú sabes escribir.
Espero que estés bien, amiga. No me olvido de ti.
Un abrazo muy grande
Explorador, creo que cad día va gratificando más. El ser humano no puede dejar de ser natural y por ende estar cercano a lo que le es común. Te visito. Un abrazo.
Hola Juglar, muchas gracias por tu cercanía. Y por tus palabras que llevan afecto a mi relato.Me alegra que te haya gustado. Un fuerete abrazo, amiga.
Mi querida Conchi, siempre tan atenta y cariñosa. Seguimos hacia adelante con todo el esfuerzo del que uno puede echar mano. Siempre me alegra saber de ti y por supuesto que me alegró saber que el relato de Lucía te gustó. Pasaré por tu casa, no lo dudes. Hay muy buenas amigas ahí. Un fuerte abrazo, Conchi.
La naturaleza mucho nos da, y sólo nos pide un trato respetuoso y una sensibilidad con ella. Parece obvio, pero se necesita una educación para sentir ese respeto y esa sensibilidad. Tú contribuyes a que todos cuantos te leemos seamos próximos a esta idea.
Un abrazo
Me encantan las ciruelas claudias, pero siempre las lavo y les quito el polvillo que demuestran que están recién cortadas.
¡Bonita entrada Tanci!
Un abrazo fuerte amiga, desde mi Librillo.
Demián, siempre desde la infancia es desde donde se empiezan a recoger los mejores frutos. Y si además hay una simbiósis es una auténtica felicidad poder disfrutarla. Lucía parece que ha estado algo retirada de ella, por eso ahora que vuelve, la naturaleza le sigue recorfando lo que bulle en su interior. Muchas gracias por tus palabras y tu mensaje. Siempre tan constructivo. Un abrazo, Demián.
Rosario, son buenísimas. Empiezas a comer una detrás de la otra y parece que es interminable. Pero s´s, hay que lavaralas. Ya en medioambiente está muy contaminado. Muchas gracias por tu visita. Un abrazo.
De vuelta de mis ausencias, me encuentro con este relato evocador y dulce como fruta madura. Fui Lucía al leerlo y su abuela fue la mía. ¡Qué bien lo cuentas! Un abrazo Tanci
Isabel, me alegra de nuevo sentirte. Y me alegra también compartir a Lucía; la luz. Como también el recurdo dulce y amoroso de las abuelas. Siempre presentes. Te abrazo con calidez.
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