Foto Tanci
Estaban colocadas en pequeños montones como queriéndolas coleccionar sin orden alguno y sin reparar, tan siquiera, en tamaños, ni colores, ni formas. Ocres, grisáceas, amarillentas, negruzcas, algunas tiznadas, desiguales, cortantes…Así, apiladas, daban la sensación de pequeñas pirámides derrumbadas en las inmediaciones del terreno dónde estaba situado el viejo lagar. En un momento de renovación, hubo la necesidad de ampliar el pequeño huerto, de hacerlo más grande, aprovechando todo el espacio disponible. Era la manera de hacer uso de aquella tierra en dónde descansaban aquellos montones de obsidianas, basaltos y piedras volcánicas y en las que, durante tanto tiempo, nadie había reparado. Ahora sería justo el momento de hacer uso de aquellos pedruscos abandonados a la intemperie sin que nadie antes los hubiera tenido en cuenta.
Así, una a una, se fueron agrupando, apiladas, hasta dar forma en altura y en grosor a un nuevo muro de piedra lo suficientemente fuerte, como para soportar el peso de la tierra que se extendiera de relleno hasta conseguir allanar el huerto. Sería la continuidad de aquel otro muro que otrora, había sido dejado a la mitad por escasez de mano de obra y de tiempo.
Las viejas piedras que habían permanecido bien apiladas unas sobre otras, daban vida a un perfecto muro que sería la línea a seguir para dar continuidad a la renovada muralla y que daría paso al huerto familiar. Se rellenó el espacio con tierras de los alrededores, tierra negra, mezcla de compost y bostas… tierra bien abonada, al fin. Cogió forma el recién construido huerto. Se mantuvo firme propiciando un vergel del que, año tras año, y según cada estación, se sacaban las hortalizas abasteciendo a los moradores de la vieja casa de labranza. Habichuelas, papas, arvejas, millo, beterradas, coles, lechugas, perejil y cilantro. Amén de alguna que otra hierba culinaria que, la mayoría de veces, servía más para remedios caseros que para su utilización en la preparación de guisos. Toda la agricultura de subsistencia propia de un entorno rural. El nuevo huerto funcionó. De sus entrañas se extrajeron las hortalizas de consumo biológico que su dueña siempre había querido tener.
Hoy y después de las insistentes y descontroladas lluvias, la tierra, empapada, calada hasta no poder absorber más, cedió y empujó con su excesivo peso el reciente muro, haciendo que aquellas piedras cedieran por su parte más débil y menos fuerte. Tal vez, por la parte en dónde fueron colocados pequeños guijarros de piedra pómez blanquecina, más frágil y endeble y menos resistente que la piedra volcánica. El viejo y tosco muro, sin embargo, permaneció indemne.
16 comentarios:
Es difícil no ver un a´nimo alegórico en el texto, que me gusta y comparto. Pero lo que más me gusta es la descripción minuciosa. Cómo se va trabajando en construir para hacerse un espacio vital, donde vivir e intentar ser feliz.
Un saludo :)
Magnífico relato, Tanci, las viejas piedras siempre resisten. La alegoría de la vida.
Un abrazo,
Luis.
Ese muro que dio abrigo a tantas hortalizas de cultivo natural resiste en parte, en su parte más sólida. Desde ella tal vez se pueda secar la tierra y rehacer el huerto.
Cuando los cimientos son fuertes, cabe reconstruir lo destruido.
Un texto muy detallista y, quizá, de significado simbólico. En cualquier caso, las descripciones son estupendas.
Un beso.
Ay, Tanci, pensé que el muro se habia caído con las lluvias, pero creí entender que no, que sigue en pie, ¿verdad? Me alegro, ya que parece fuerte y sirve de soporte a la tierra del huerto.
Es necesiario tener muros fuertes y bien cimentados que sobrevivan a viento y marea...
Que tengas una feliz semana de semana santa.
Un abrazo
Conchi
No sabes lo que me gusta y en ocasiones hasta me emociona, ver las antiguas paredes de piedra de las huertas.
Tanto de piedras vivas, como de tosca amarilla, roja, o también esas preciosas mezclas que se ven en nuestros campos.
Besitos, Tanci
Querido Explorador, te agradezco mucho tu comentario y que compartas conmigo esta alegoría de la propia vida. Principio y fin. Y desde luego a pesar del fin, cómo sobresale la búsqueda de ese espacio que nos paso a una mayor felicidad si qse quiere. Te mando un saludo también desde mi espacio vital.
Luis, ¡ay! si las viejas piedras hablaran. Tú si que sabes de encuentros con lugares entrañables y rescatados. ¿Sabes? Me encanta saberte siempre anadando caminos. Se aprende tanto.Muchas gracias por venir. Un grato saludo.
Isabel, me animan tanto tus comentarios que uno debe seguir reconstruyéndose, aunque sea a costa de antiguas piedras. También válidas ¿por qué no? si están bien cimentadas como bien dices.Aunque habría que ser cuidadoso con la nueva sedimentación. O por lo menos aprender de la experiencia.Siempre encantada de saberte por aquí.Gracias. recibe ese fuerte abrazo virtual pero yo sé que traspasa.
Conchi, pensaste bien. Se cayó por la parte más nueva y más endeble. El antiguo, el que estaba cimentado fuertemente, ese permaneció. Tal vez que el nuevo no estuvo bien hecho. Habría que replantearse porqué el más viejo resiste y no así el más nuevo.Cosas de la vida y de la experiencia... quizás.Deseo que descanses en esta semana y repongas todas tus energía para seguir en la plaza con nuestros encuentros.
Virgi, me pasa igual. Me llenan mi ojo y me crean un enlace estético... no sé. A veces hasta me enternecen. ¿Empatía hasta con las piedras?. Y las de tosca me encantan especialmente. Grcaias por tu visita, siempre puntual. Te abrazo.
Tanci, cero que el muro no quiere separarse de la huerta que tan buenos frutos cosecha, lo explicaste muy bien en tu relato.
Un abrazo.
Rosa.
Otra vez lo pasé muy bien leyendo tu relato -tú alegórico relato, coincido con Explorador- Y si es significativo la resistencia del "viejo" no menos interesante es el dejarse ir de la parte "nueva" cuando la presión del recinto es insoportable.
Un abrazo
Hola Rosa, gracias por estar. Ese muro, viejo muro es el que ha perdurado a lo largo del tiempo. Imagino que llegará su momento. Como casi todo. Me alegra que te haya gustado. Un fuerte abrazo.
Demián, me gusta que te gustara mi relato. Alguna que otra metáfora que nos da pie a extrapolar algún que otro pensamiento.Uf, a veces imposible escapar ante algunas presiones. Imagino que el viejo muro también podría tener alguna que otra parte más frágil. De momento sigue ahí plantado aguantando chaparrones, vientos y ventiscas. Un placer siempre que vienes. Gracias. Un saludo.
No son las mejores piedras las que se mantienen en pie por más tiempo... todo depende de cómo estén dispuestas unas sobre otras, de como se adapten los huecos de unas a los de las otras y de la habilidad de las manos que sabiamente las colocaron apiladas y supieron trasmitirles una vocación de permanencia. Un abrazo, Tanci
Alicia, tal vez lleves razón. Pero nocreas, me es difícil pensar tu reflexión. Son tantas las veces en que se da lo contrario que... pero bueno, ahí están todas las piedras, En definitiva, cada una ejerciendo su función y en función de cada una dando lo mejor de si mismas. Aunque sean pequeñas chinitas. Un abrazo amiga. Gracias por venir.
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