viernes, 30 de octubre de 2009

Guiño de color

¿Qué puedo hacer? Nada más levantarse no quiso enfrentarse con sus rasgos perfilados, finamente empastados. Ella, la chica de la abierta mirada, no quiso alzar sus ojos y depositarlos directamente en mi rostro y, más bien, bajó su mirada pretendiendo eludirme a sabiendas de que la descubro, que es clara y que sus formas intransferibles no engañan. Sus ojos, medio entornados y a la vez directos, sobrevolaron como de paso sobre los míos, acentuándose ese vaivén danzarín que pone en práctica cuando se sabe pillada en un pensamiento, en una frase dicha a destiempo o en alguna ratificación meditada con anterioridad y lanzada al aire para detectar una posible reacción en mi persona.


Sabía que, cuando aceptó estar en otra compañía, no todo iba a ser sonrisas y complacencias. No todo se le iba a poner a sus pies nada más clarear el día, y al abrir su boca y entornar sus ojos en petición de su capricho. Lo sabía tácitamente. Había una cierta disparidad entre el mundo que recién había dejado, en el que la compañía había sido hasta el momento tan cercana y paralela al propio mundo del que había salido. Aquel era un mundo creado y explorado para ella misma, con ella misma y al final por ella misma. Ese mundo, se estaba construyendo aún, perfilándose, dibujándose en finos trazos de pastel coloreados. Por más que un deseo superior le hiciera despegarse de ese otro mundo personal e intransferible para pertenecer al mío, no lo había aceptado en su totalidad. Tendría que romper con viejos moldes, viejos esquemas. No mejor, no peor; tan sólo un mundo distinto, ese mundo del que se lamentaba haber salido, habiéndolo deseado durante días, meses, años; pensando en la eternidad.


La chica de la abierta mirada se presentó, esta mañana, envuelta en blanca espuma de salitre y mar, en pompas de jabón flotantes y no explosionadas, como aquellas que cualquier niño saca de su aro multicolor y eleva hasta el cielo no queriendo hacerlas desaparecer.







La chica de la abierta mirada había sido creada y formada desde una perspectiva protegida, mimada al calor y al lado de otros tantos mundos tan llenos de matices y a la par tan caprichosos. Su mundo multicolor era el mundo que le llenaba desde que ella fue ella, desde que empezó a abrir su mirada, desde su creación. Esmerada en el trato y en el saber estar, pensaba, y así me lo dio a entender, que el mero hecho de haber aceptado pertenecer a mi mundo supondría abdicar yo del mío propio. ¡Y cuán pueril fue ¡
Su mundo se entrecruzó con el mío, su mundo lleno de vivas tonalidades, de pigmentos distintos, de creaciones pautadas, de tonos finamente elegidos. Tal vez, su mundo puede arrastrar otros mundos, atestiguar idas y venidas, dar crédito de permanencias y desapariciones, hasta formar encantos y desencantos… De ese mundo proviene.
El mío, algo paralelo al suyo, lee en su pensamiento, en sus gestos, en sus poses, en sus colores, en su verbo tan redicho, en sus formas tan rebuscadas, propensas a ejercer una imitación en tiempos y lugares más bien impuestos y deseados. Mi mundo, más intuitivo y, si se quiere, hasta más idealista, tal vez se le quede colgado en su altura, allá arriba desde dónde me atrapa y me vigila, cual centinela que vigila cualquier movimiento capaz de no perder su atención.
Hoy me lo acreditó. Hoy, ella quiso atestiguarme querer salirse con la suya, a poco que le di la espalda por obligación y por mi voluntad interior de libertad y, que, desde el inicio ella conocía a la perfección.
Su voluntad de control frente a mi voluntad de libertad va a estar en entredicho hasta que entre ella y yo lleguemos a los acuerdos y consensos que nuestra amistad propugnó desde que ambas coincidimos, desde que nos encontramos y desde que ambas accedimos a compartir parte de nuestros mundos. En ese camino estamos, por ese camino caminamos y hacia esa altura pretendemos elevarnos.
Me queda la duda de si cada mañana y dependiendo del color en que se transparente el día, volverá a plantearme un nuevo guiño de color inesperado. Tan sensible ella a los cambios bruscos, a la oscuridad, a la falta de claridad y a la ausencia de mimo y atención.



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sábado, 24 de octubre de 2009

Empatía

Desde que llegó hasta mi, la muchacha de la abierta mirada, me hace atraer su presencia. Se mantiene alerta, con la mirada elevada y altiva. Pareciera que alentara a llegar hasta ella, a profundizarla, a descubrirla. Sin embargo, no me da permiso, se mantine quieta, espectante; estática en apariencia. Mientras su entorno vibra y enaltece, comunica esa energía fluida que nos hace, a los que la observamos, contagiar de la misma armonía. Desconozco si nos da su permiso, desconozco si esa altivez es suya o, a la par, una fabricada pose de juventud intentando ser más respetada y respetable de lo acostumbrado por los que la circundamos. Tal vez insinua una cierta apertura, diafanidad, pero... ¿y si es sólo una pose algo artificial fabricada a su imagen y semejanza? No me lo creo. No creo que, ella, la muchacha de la abierta mirada, no me permita llegar hasta lo más hondo de su alma. Al menos, creo que lo intenta y, de momento, me conformo con esa complicidad apenas manifiesta. Pero va construyendo pasito a pasito esa común unión que hay entre su mirada y la mía. Entre mi afinidad y la que la envuelve. Entre su magnetismo y mi atracción hay un sutil espacio de silencio nunca pactado pero si establecido. ¿O es su atracción junto con la mía la que nos hace empatizar?
Destacado es presentir que, entre la muchacha de la abierta mirada y la muchacha que eleva la mirada, se está construyendo una bonita y avenida camaradería.

(Obra de Néstor Santana)
Destacado sería, y celebrado a la postrer saber, que entrambas hubiese una sintonía de luz y color, de formas y expresión, de alegría y de vivencias diseñadas al unísono. En definitiva, de vibración y equilibrio y que, en su apariencia fría y distante, pudiera  desentrañar cada uno de los intrincados rincones de su, no mostrada, pero cálida naturaleza.
Entre la muchacha de la abierta mirada y la muchacha que eleva su vista hacia las alturas hay, definitivamente, más empatía que distancia. Más allá de la presencia, más allá de lo expresado. Hay una común unión, como si de algo imperceptible  y no definido estuviera flotando allá arriba en la altitud, a sabiendas  de que la encontraré con sólo elevar mi mirada.




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miércoles, 21 de octubre de 2009

Se abre la mirada





Espectacular y pretenciosa
catedral gótica o medieval
en dónde mis ojos puedo  elevar
ya sea en el crepuscular
ya en la aurora boreal.



Explosiones de belleza
un hálito de brisa fresca
el beso esperado que no llega
un guiño de tu presencia
la mirada perfecta.



Tu halago embriagador
que no viene,
acaso se esconde breve
mas nunca ténue,
tras un mullido manto
de floridos atardeceres.



Se abre la mirada
con trazos de insinuación
el elogio de la  calma
que acentúa mi emoción.



Puse en marcha un pensamiento
desde mayo hasta aquí
en sueño eterno se transforma
cada noche para tí.



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martes, 13 de octubre de 2009

Con nada uno es gente



Doña Juanita de Martínez casó con un eminente arquitecto. Impecable caballero de esmerada educación, gran profesional más arriba de la copa de un pino, excelente marido y, como consecuencia de ello, pertinaz padre. El Sr. Martínez atendió a todas sus responsabilidades de la misma manera en que sus antepasados, estudiados todos ellos, atendieron a sus ilustres e insignes responsabilidades. Doña Juanita de Martínez tuvo tres hijos varones. El mayor, licenciado en Sistemas de Comunicación, decidió trabajar en una afamada compañía en Londres; después de haber pasado por pequeñas, y nada despreciables, empresas del rango. Aunque lejos de su casa, tuvo suerte; idiomas, nuevas experiencias, contactos sociales fuera del terruño, a la vez que una gran oportunidad para desarrollar su profesión conjuntamente con su currículum. El del medio optó por una carrera de letras. Enamorado de las Humanidades, del Arte y de todo cuánto tiene que ver con el devenir histórico. El pequeño optó por algo más en boga en la actualidad, dado que nuestro planeta Tierra gime constantemente de ayuda y de amparo: Ciencias del Mar fue su elección. Siendo que los tres hermanos han sido excelentes estudiantes, han tenido, además, la oportunidad de independizarse adecuadamente a una edad bien temprana. Queda el último, el licenciado en Ciencias del Mar. Éste, al no tener aún un trabajo remunerado fijo, ha optado por permanecer en la casa de sus mentores. Y hace bien, dado que, en semejante casa habiendo sido diseñada pulidamente por su padre, no le ha faltado de nada. Habitaciones independientes con sistemas de domótica en cada una de ellas. Conexiones de Internet y Wifi por cada rincón de la susodicha casa, sistemas para recogida de basuras inteligentes...etc., hace este habitáculo lo más cómodo, confortable y moderno que podamos imaginar. Y hace bien el pequeño de la casa en seguir disfrutando de tanta comodidad diseñada por su padre. Y además hace bien, o no, no lo sabemos aún, en convivir y pernoctar con su madre en una convivencia esmerada, y en dónde hay de todo y nada falta.


Y es que, Doña Juanita de Martínez habiendo quedado viuda, ha necesitado de los servicios de cuántos honrados y diligentes trabajadores pasan por cada casa, por cada piso, por cada mansión al fin y al cabo. Pintores, carpinteros,albañiles,fontaneros,restauradores, tapiceros... etc. Un elenco de profesionales callados, reservados y austeros. En uno de estos servicios, y cuando D. Isidro e hijos pintaban la cocina de tan tremenda casa, Doña Juanita de Martínez hacía café en una cafetera de seis tazas. El aroma inundó la estancia, la cafetera registraba la máxima alegría de la cocina y el suculento brebaje se dejaba apreciar. Siendo que Doña Juanita sirvió el café de su hijo y el de ella misma, y siendo que quedaba en la cafetera cuatro sendas tazas de más de café; no tuvo la feliz y no insólita idea de hacer un convite a los trabajadores que estaban acicalándole su vivienda. Más pronto que tarde se apresuró Doña Juanita a tirar por el fregadero el resto de café que quedaba en la cafetera. Y así un día tras otro hasta que los trabajos fueron terminados en esa casa. Más bien no, faltaba un último encargo que no había sido presupuestado. Llevar unos muebles desde la vivienda-mansión hasta un piso que estaba en otra cuadra de la ciudad, aunque no muy lejana de allí.


Les pidió la Sra. de Martínez hacerle ese trabajo, a lo que los trabajadores, acostumbrados a mover de sitio muebles, enseres o cualquier material para hacer efectiva su profesión de pintores, no se negaron. Cuando terminaron la pequeña mudanza, le pasaron la factura a Doña Juanita y ésta se sorprendió que les cobrara por ese trabajo que no había sido presupuestado y que pareciera que se merecía. Pero accedió a su pagaré.


Ya en el exterior de la casa y no lejos de mis oídos escuché la siguiente conversación:


"Si sólo nos hubiera ofrecido una sola taza de café, ni le hubiéramos cobrado el traslado de los muebles" "Lo hubiéramos hecho por lo que cuesta un café".


A lo que D. Isidro, padre de la pequeña empresa familiar, manifestó a gusto:"CON NADA UNO ES GENTE".


D. Isidro e hijos ponen valor a su trabajo y lo hacen bien, especialmente bien. Tan bien como el propio arquitecto que una vez diseñó su propia casa para que su Sra. esposa la habitara y la compartiera y, para que sus hijos tuvieran también una buena crianza en ella.


...Pero ¡cuánto vale un buchito de café cuando uno es gente! Y qué poco vale el café cuando uno lo tira por el fregadero no sabiéndolo compartir.


Parece que la virtud de la generosidad y del compartir no se ha instaurado en determinadas personas de nuestra sociedad que, "con mucho, demuestran ser poco o no ser nada".





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domingo, 4 de octubre de 2009

Luna de mi soledad


Foto (Tanci)


Luna de mi soledad
con hilos de platino
me quieres enlazar
para guardar mi figura
meciéndose en la mar.


Luna de mi soledad
dibújame en el medio
ese momento puntual
con rizos de oro,
de grafito o de metal,


¡da igual!.

Háblame en mil colores
de cuentos o de relatos
de fábulas o de arrebatos
de dulzuras escondidas
suavemente adormecidas.


¡Cautívame con tus encantos!

Luna de mi soledad
si me ves hosca
hazme reflexionar
deja que medite
tras tu estela nada más.

Luna de mi soledad
si dentro de un mes
me vienes a buscar,
no dudes que mi gozo
no es circunstancial.

Siendo fiel
siendo puntual
permíteme luna lunera
un retazo de amistad.

Si ese aprecio
me lo vas a dar,
búscame en el cielo
búscame en la mar,
aquí en la Tierra
suelo esperar…
sabes de mi afinidad.

Luna de mi soledad.




                                                        Foto (Tanci)









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