Foto (Tanci)
Se dejó caer en el sillón como antaño hacía, mecánicamente y con la mirada perdida como queriéndola alongar atravesando la ventana.
La tarde se había roto por electrizantes rayos, robustecidos por sonoros truenos que irrumpían sin permiso en su alcoba, para dar paso a la lluvia ensombrecedora. Caía ácida, amarga, como el llanto entrecortado de quien teniendo henchida su alma, lucha a diario por no descubrirla, pero con la necesidad imperiosa de comunicarla y, a su vez, entregarla.
Buscaba una respuesta, tal vez, la perfecta idea de su liberación interior. Buscaba una energía revitalizante y, al mismo tiempo, que fuera desenmascaradora de enigmas encubiertos, prestos a revelar. Quizás lo que buscaba, fuera, sin proponérselo, una identificación personal; una comprensión urgente, atiborrada de tristes dudas trastocadas por un largo y aprehendido código ético y moral. No pudo desembarazarse de él. A pesar de su facultad de razonar y de su verbo, tan hilado y medido, no lo logró.
Pero le bastó su emoción, aunque nunca había sido transparentada como tampoco comunicada. Sin embargo, en aquella tarde de lluvia copiosa, se tornó más cercana en la medida en que encarnó ese sentir humano, casi divino que es la calidez. Acompañada también de una bondad que nunca le hubiera atribuído.
No hubo discordia. Ninguna confrontación. Y la palabra más elocuente fue dejando paso, poco a poco, a una identificación de benevolencia más allá de lo que hubiera esperado. Alguna vez quizás, imaginado.
Aquel poder magnético, conjuntamente con su acostumbrada y enigmática fuerza interior, creó una energía infinita y espiritual no cuantificable. ¿Cómo cuantificar los afectos que salen del corazón? ¿Cuál es la medida utilizada para pesar y medir lo que espontáneamente sale de su interior?.
Tal vez, el único y verdadero paso para un mayor descubrimiento del otro, sea el de dar un paso hacia adelante y, de ahí hasta la estima no hay más que un liviano paso.
Anclada en el sillón de antaño se desbordó, tal era el cúmulo de pensamientos atrincherados en su cerebro, magullados durante mucho tiempo y dados a formar una guerra quebradiza. Por un momento supo que entre su sentir y el sentir de la muchacha de la abierta mirada había un equilibrio vibracional de alta frecuencia. Difícil de explicar; empero, cercano y fácil de percibir.
Con una mezcla de sensibilidades encontradas, la miró fijamente, mucho más de lo acostumbrado. Hubo un cierto cruce de cotidianidades inesperadas. Y en aquel momento de mayor intensidad emotiva, reveló un atributo que también se manifestaba a través de su profunda mirada. Tierna, directa, fascinante... viniendo de algo tan elemental y simple como es la sinceridad desentrañada.
Se las arregló para no manifestar un brote de lágrimas que asomaba a sus pupilas y que, sobrepasándola y cogiéndola de imprevisto, por milésimas de segundos, pedían salir fuera; al igual que lo hiciera, al unísono, aquella tarde de lluvia torrencial y de truenos.
Salió de su alcoba disimuladamente, pretendiendo no ser descubierta, para volver a aparecer portando un vaso de agua y un tisú como disculpa...
Pero siendo que una traviesa y furtiva lágrima quedara atrapada y, a su vez, enredada en una de sus encrespadas y negras pestañas, sin tan siquiera saberlo. Y más todavía, no siendo consciente de que esa revoltosa y juguetona lágrima la delatara sin proponérselo; fue entonces cuando le descubrió su lado más humano y tierno; desvelándole una bella parte de sus sentimientos y, lo mejor; su inevitable honestidad.
8 comentarios:
Este post es muy intimista y cuesta entenderlo desde fuera... pero, sigo leyendo cómo la complicidad entre las dos va creando complicidades que ya van más allá hasta esos rincones, otrora ocultos, que ya no encuentran parapeto ante esos penetrantes ojos llenos de amor. ¡que siga lloviendo!! Un abrazo
¡Qué siga lloviendo! y que sigan los momentos intimistas. Esos momentos son los más relevantes.Los que van quedando reservados como tesoros.Pero además ¡y todo lo que se puede leer a través de la mirada!. Ese lenguaje se ha ido perdiendo y casi ya no da cabida en las relaciones personales.
Gracia por tu visita. Sabes que siempre eres bien recibida. Un abrazo
¡Cuántas veces las miradas nos dicen más que las palabras! Y también la de veces que una lágrima, sólo una, es más importante que todo un llanto.
Besos, Tanci
¡Cuántas cosas pueden aflorar a partir de una simple mirada! Emoción profunda, comunicación y comprensión mutua, autoconocimiento... Un beso.
Cierto Virginia,me quedo con esa sóla lágrima, me es suficiente. A veces no hacen falta torrentes para ver la auténtica mirada con claridad. Gracias por venir. Un abrazo.
Querida Mónica:
Si, es cierto lo que comentas. Pero estamos tan apurados en nuestras cosas que... a veces no le damos importancia a lo principal. Al lenguaje de los sentimientos. Gracias por pasarte por aquí.
Un abrazo
Tanci, por fin pude venir con tranquilidad para seguir leyendo tu relato. la chica de la mirada limpia y abierta nos tiene atrapadas, enganchadas, jeje.
Me gustó está entrada llena de sentimientos, de sinceridad. No hacen falta muchas palabras, la mirada, la lágrima, puede decir todo.
Espero que sigas escribiendo.
Sabes? Ya nos cruzamos las primeras cartas los dos colegios, síiii, se me olvidó escribírtelo en un email. Y todo gracias a ti!!!
Un abrazo, amiga, y que tengáis un feliz fin de semana.
Conchi
Querida Conchi:
Me alegra verte por aquí. Y me alegra que te haya atrapado este relato que, tal vez le toque en algún momento llegar a su fin. También me da mucha alegría saber de las comunicaciones. ¡Es maravilloso!.Me parece un excelente trabajo el que vienes haciendo con constancia y mucho tesón. También te deso lo mejor para este fin de semana. Recibe un abrazo.
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