lunes, 30 de abril de 2012

El aljibe y el spa: reflexiones en torno al agua


Leo en una revista de tirada semanal, de un conocido diario, que el agua será en un futuro cercano el “oro azul”, por contraposición a lo que ha sido el “oro negro”.

Otros la llaman el petróleo del S.XXI. Y sin embargo, sin el oro azul, no se hubiera podido obtener el tan deseado oro negro.
            Foto  sacada de la web :  http://www.aprenderaprogramar.com/index.php?option=com_content&view=frontpage&Itemid=35  

Los datos que ofrecen los organismos internacionales resultan escalofriantes: miles de millones de personas sin acceso a agua potable, previsiones de agotamiento de acuíferos, sequía y otros males diversos debido a la escasez y mal reparto de tan elemental elemento: el agua.

Por eso me llama poderosamente la atención una página de esa misma revista, en la que se mencionan 10 clases diferentes de agua embotellada, en distintos tipos de envases, a cuál más soberbio en cuanto a diseño o tendencias. Aguas de Dinamarca, en sugerente botella cristalina, agua de Francia en estilizado botellín, gallegas, de Patagonia, escultóricas por su diseño en forma de columna dórica, hasta, asombrándome exageradamente, con oro en su exterior… Precios desorbitantes y lujos desorbitados, en contraste con la carencia habida en diversos países en los que el agua es, además de obviamente una necesidad básica, un recurso que se presta a luchas y pleitos.

La cultura del agua va más allá de lo que el agua, como elemento indispensable para cualquier ser vivo, nos pueda ofrecer. No olvidemos que el ser humano es principalmente agua: en concreto, más de la mitad de nuestra masa corporal es sólo agua. Y que el agua es vida y sinónimo de supervivencia, de salud y bienestar. El agua ocupa algo más de las dos terceras partes del planeta que habitamos. Agua para calmar la sed, agua para la higiene y la limpieza, agua que abastece depósitos, embalses, charcas, estanques, pozos, aljibes… Agua que nos da la vida. Agua, en definitiva, que nos mantiene.

Por contraposición y paralelamente, aparecen e irrumpen con extremada arrogancia los centros de talasoterapia, spas y de terapias del agua. ¿Un bien o un lujo? ¿Una necesidad o una riqueza?

De todos es conocido el bien que nos aporta a los seres humanos pasear a la orilla de una playa, caminar y dejar que las olas y, por consiguiente, el agua, acaricie nuestros pies. Cuánto menos, nos provoca la dulce y serena tranquilidad que, tal vez, durante muchos días, veníamos buscando y que la naturaleza se encarga, de una manera sencilla, de regalar. El agua de mar está cargada de iones que, llegando al ser humano directamente, provocan en él la sensación de calma y relax que tanto necesita. De ahí su efecto tranquilizador y, algunas veces, sedante. Lo hemos experimentado, y no nos ha costado, los que hemos tenido acceso a ello, ni un céntimo.

Pero estos centros de relax que han ido creciendo en medio de lugares de esparcimiento y de vacaciones, emplean el mismo “oro azul”, o sea, el agua de la que otros, con muchos menos recursos, carecen. Ofrecen flotar en ella por módicos precios o precios imponentes, según el cristal con que se mire. Chorros a presión, masajes acuíferos, curaciones y la ilusión sobre la desaparición de ciertos trastornos del siglo XX y XXI como pueden ser el estrés, la ansiedad, el agobio etc. Todo esto en paquetes de distintos precios según usos determinados. Bueno es que lo experimentemos, bueno es que el agua llegue a nuestro cuerpo, inunde nuestros poros y salgamos, de una sesión de las mencionadas, con las pilas cargadas para un tiempo razonable. No sólo de pan vive el hombre…

Y si me remonto unos cuántos años atrás, recuerdo que también lo hacía de pequeña en la pileta rectangular de piedra molinera que había en la casa de mi abuela, donde se lavaba la ropa a mano. Y no había mejor fiesta que chapotear en ella en tiempo estival. Era la fiesta de bañarse al aire libre y a cuerpo de rey en una pileta que, de forma anticipada, hacía las veces de las actuales sesiones de agua-terapia.

Pero es que el agua sigue siendo vida, y a la vida se debe. El agua es vida que a su vez proporciona más vida en agricultura, en jardines, centros de salud y en cada uno de los hogares de nuestro planeta. Aunque no en todos los hogares. África llora y derrama lágrimas de agua salada ante la impotencia de no poseer los mínimos abastecimientos de agua potable y en condiciones para sus pueblos y su supervivencia. ¡Qué contradicción! Unos usan el agua en botellas de diseño, otros gozamos bajo los chorros propulsores del agua proyectándonos la consabida terapia, y otros rascan y arañan la tierra en busca de una pequeña vena de agua que no aparece, que no se propicia…



Por ello, no me queda más remedio que echar la vista atrás y ensalzar el aljibe que, con sus manos, construyó mi abuelo en tiempos pretéritos. Es un legado de mis antepasados con su cultura tradicional de subsistencia.

Sí, ese que hizo con arena acarreada a lomos de una mula y una yegua, traída del Barranco de la Arena. Llamado así por la gran cantidad de arena que arrastraba la lluvia desde las faldas del volcán Teide, depositándola más abajo, en zonas de medianías. El abuelo que, con la ayuda de sus vecinos, propició un hueco medio subterráneo para ubicar el aljibe que iba a abastecer, no solamente a toda su prole, sino también, a las tierras de los alrededores de la casa. En su sabiduría ancestral, el abuelo dejó rematadas e impermeabilizadas sus paredes, así como su piso, haciéndolo con piedras, lajas y bastante cantidad de cal. Elemento éste, la cal, necesario en el blanqueo de algunas casas canarias pero, a su vez, material necesario también para mantener desinfectadas y potabilizadas las aguas de lluvia. Aguas que venían de los tejados, azoteas y que llegaban al aljibe para su aprovechamiento a lo largo del año. Al lado de este aljibe había un abrevadero hecho de piedra y cuya función era la de abastecer de agua a los animales que componían el hábitat autosuficiente. El aljibe de mi abuelo estaba rematado en su parte superior con tablones de madera barata ya que no había para más. Y sin embargo, no le faltó el brocal con su puerta de madera. Una simple soga anudada a un cubo, servía para extraer el líquido elemento desde el interior del aljibe hasta la superficie. Tenía también su coladera para el filtrado del agua cuando ésta llegaba con la lluvia. Y, por supuesto, el rebosadero para que cuando ya estuviera lleno pudiera desaguar hacia el abrevadero.




Mi abuelo supo lo que hizo. Practicó la agricultura autosuficiente, siendo ésta su fuente de vida, de salud, de sabiduría, de experiencia… Por eso gastó parte de unos ahorrillos en la construcción de esta obra hidráulica. Pero el aljibe de mi abuelo fue aljibe de subsistencia, de necesidad. No fue aljibe de talaso, ni de diseño arquitectónico, ni de lujo. Fue un aljibe que dio vida a la casa y a sus moradores. A sus poyos con geranios, clavellinas, mimos, lluvias y margaritas que primorosamente regaba mi abuela. A la vaca, a la mula y a la yegua, a las gallinas y conejos y a las cabras. También al “Moro”, perro fiel y guardián dónde los hubiere, pero a la vez disciplinado y juguetón. A los gatos que, sintiéndose libres, aparecían por la casa cuando se les venía en gana traspasando la gatera. Al “sitio” de la casa y a sus alrededores. Mi abuelo empleó los recursos naturales a su alcance para hacer de aquel entorno un auténtico vergel. Un patrimonio natural que rodeaba su casa y la de toda su familia.

Indudablemente, el aljibe de mi abuelo existe porque él lo hizo subsistir. Nada mejor que un sano, saludable y beneficioso aprovechamiento de los recursos, del agua. Su valor y sabiduría va directamente relacionada con la tierra y con su patrimonio.




Por todo ello y dado lo expuesto, tengo la impresión de que vivimos pensando en que tenemos un excedente de agua que no se nos va a acabar nunca. Agua que sí me enseñaron a valorar mis antepasados, a respetar y, por consiguiente, a saber ahorrar. Habría que replantearse, tal vez, la necesidad de volver a desempolvar la cultura de reutilizar y reciclar para un mayor y mejor “desarrollo sostenible”. Tal vez reutilizar y rescatar estas construcciones que, antaño, formaron parte de una cultura popular de abastecimiento indispensable. Madurar esta idea no va desencaminada. Quizás, la alternativa pase por pretender seguir observando el agua de una manera despreocupada e irresponsable y ver si la tierra nos la regala embotellada y en recipientes de diseño, o bien cayendo desde el cielo como por arte de magia. ¡Ay, si mi abuelo levantara la cabeza…!


                      Diseño: Tanci

La foto inicial que ha inspirado el modelo diseñado por la autora, ha sido tomada de la web: http://www.aprenderaprogramar.com/
Mi especial agradecimiento a "Aprenderaprogramar" por la publicación de esta misma entrada en su espacio de la Zona Crash (Artículos para no dormir).
Las demás fotos de esta entrada han sido sacadas por la autora de este blog.


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14 comentarios:

Laura dijo...

Tancy, acostumbrada me tenías a las brevedades y hoy descubro con admiración un texto muy bien redactado en torno a ese bien natural que escasea, y esa admiración a tu abuelo que supo aprovechar con sus manos y su pericia los aljibes ancestrales que nuestros hijos, o por lo menos el mío, ni siquiera conocen.

Un beso Tancy, lo he leído enterito y me ha encantado.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Te aplaudo, no sé si me oyes.
Como murciana, de tierras donde el agua escasea, soy tremendamente responsable en su uso, sin desperdiciar ni una gota. Porque es un bien escaso ciertamente. Terrible será el día en que se nos racione (aquí, en mi municipio, Murcia, existen multas si usas más agua de la prudencial).

Una entrada preciosa, Tanci, con ese recuerdo entrañable hacia tu abuelo y su aljibe. Ojalá volvemos a esos criterios apegados a la naturaleza que valoran el agua como auténtico oro.

Un beso.

Conchi dijo...

Preciosa entrada recordando a tu abuelo y a todas las personas mayores que tanto nos enseñaron y que, gracias a ellos, tenemos lo que tenemos y somos lo que somos.
El final, apoteósico con tu pintura. Te salió perfecto!!! Ahora sí que inmortalizaste este rincón lleno de vida y de recuerdos a tu abuelo.

Un abrazo grande
Conchi

virgi dijo...

¿Sabes que mi abuelo también nos dejó un aljibe? Algún día te lo enseñaré. No tenía el brocal como el de la foto, esos los he visto en otras islas, sino una tapa muy pesada, de cemento. También tuvo durante un tiempo una bomba que accionábamos a mano...¡ah, qué tiempos!
Somos de épocas casi casi y, como bien dice Isabel más arriba, creo que tenemos un sentido adquirido desde la infancia de la importancia y el valor del agua, cosa que llevo tratando de inculcar en mis niños desde que empecé en esto (casi siempre sin éxito)...
Un abrazo, me gusta cuando pintas, cuando escribes y cuando cantas!!!

Demián dijo...

Está vez le has dado copiosamente a la tecla para exponernos una reflexión, sensibilizarnos en un consumo y recordar la loable tarea de tu abuelo. Estupendo artículo para leer con el cuerpo sumergido en agua. A ella y a ti, gratitud.
Un abrazo.

tanci dijo...

Laura, sabes que tus palabras siempre me llegan y tu opinión las recibo con gratitud y cariño. Tengo en mi haber algunos escritos más en otras dimensiones... ;-) pero la brevedad, a veces me cautiva. Es cierto. A mi me alegra siempre tu visita. Paso por tu espacio. Un abrazo, Laura.

tanci dijo...

Mi querida Isabel. Oigo tus aplauso y me llena mi interior. No sabía lo de las multas con respecto al gasto exagerado del agua. Pues así debería ser las cosas para tanto derroche en el que está cayendo esta cultura del usar y tirar. Que cuando rasca el bolsillo, otras maneras hay de actuar... Por otro lado me alegran y mucho tus palabras. El afecto y el cariño desprendido. Gracias. Yo te mando ese abrazo efusivo que soy capaz de dar.

tanci dijo...

Conchi, amiga, te agradezco tu visita. Sé que tienes un tiempo escaso. Pero haces lo posible por venir y dejarme tu opinión. Y tienes toda la razón. Hay que recordar la historia a fin de que no se olviden las raíces. De las ríces nos hemos alimentado, nos hemos mejorado y seguimos perfeccionándonos. Pobre de aquel que no lo recuerde. O algo así decía un gran pensador...Te sigo a través de tu blog y toda la creatividad que van sacando. Pero yo tengo, de momento, un tiempo escaso. Te mando un gran abrazo, Conchi

tanci dijo...

Querida Virgi, cuando pinto, cuando escribo y cuando canto estoy en mi "elemento". Además de otras pequeñas habilidades que hay por ahí escondidas. Y si además tengo a personas incondicionales como tú, pues entonces seguro que cada día intentaré hacerlo mejor. Figúrate la importancia del agua en nuestras islas, el tiempo que llevamos machacando lo mismo y... no sé si habrá calado en algún que otro corazón. Espero que sí. Me gusta siempre verte por aquí. Y tus palabras llenan de música mi alma. Gracias . Ese abrazo grandote para tí que no falte.

tanci dijo...

Demián , alegría de verte por aquí. Necesaria esta reflexión. Como necesario es el consumo equilibrado. No obstante creo que se sigue alegremente consumiendo sin reparar en que vivimos en el planeta Tierra que bebe, se abastece y vive de su agua. Parece que nos importa mucho más mirar hacia otro lado... Y sí, le di a la tecla. Hacía tiempo que me venía rondando la idea después de la pintura.Gracias por tu visita. Un abrazo.

Explorador dijo...

Cuanta sabiduria hay en esos ingenios. Y cuanta vida en el agua, y elegría en su sonido.

Un abrazo :)

Ximo Segarra "ACAPU" dijo...

Qué bien lo has dicho, es verdad que hay mucha tontería subida a sus coches de lujo y se creen que su estupidez es lo más de lo más. Que si diseño de esto, que si diseño de lo otro, que si patatín y patatán...

Yo también aprendí desde niño a valorar el agua y no malgastarla, vengo de familia de agricultores y desde siempre me ha asombrado la magia del agua apareciendo por una hendidura, corriendo por las acequias... En fin, en el sistema en que vivimos se hace negocio de todo, a veces pienso qué pasaría si las nubes y las montañas empezaran a cobrar por sus servicios...

Un placer leerte y te felicito por ese espíritu crítico que tienes.

Un abrazo

tanci dijo...

Querido Explorador.Y también tus palabras tan llenas de sabiduría.Somos agua y sin ella, nada existía. Su sonido un bálsamo para el espíritu. Siempre gracias por venir.

tanci dijo...

Hola Ximo. Pues tú mejor que nadie para entender la gran importancia de este líquido hoy por hoy. Deberíamos concienciarnos de la deriva de nuestro planeta. Y de la vital importancia del agua. Parece cómo si pensáramos que está ahí porque surge espontáneamente y es que todo va encadenado. Es un ciclo vital... Y sin embargo vivimos de espaldas, muchas veces, a este ciclo. Quienes mejor saben de un gran ahorro de agua son los cactus. Esos si que van haciendo acopio de ella gotita a gotita.Me alegra mucho que te haya gustado, aunque sé que es un poco largo de leer... También tus viñetas sacan lo mejor de un espíritu crítico. Viñetas que me siguen gustando. Un abrazo.