viernes, 29 de marzo de 2013

Descendimiento

                                                                                                 Foto Tanci
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Cómo la luna
descendiendo del cielo
entre tinieblas.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
                                                                                                Foto Tanci
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 



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domingo, 17 de marzo de 2013

Caprichos de la memoria (SINKUENTA)





                                                                       Diseño de la portada, Néstor Santana





Uno, a veces, no sabe lo que la vida le depara. Uno no sabe de sus caprichos. O en última instancia, uno crea en su imaginación lo que la vida podría depararle o no, sin apenas proponérselo y gran parte de las veces sin esperarlo. Y la vida, algunas veces, le contesta a uno con cierta empatía, algunas bondades y bastante magia. Hablo de causalidades que no casualidades. Estas, las causalidades, forman parte de nuestro diario acontecer aunque muchas veces no le ponemos nombre ni apellido. Un psicólogo diría que uno no es consciente al percibir la realidad, dado que uno va dando por hecho las múltiples cosas que van acaeciendo a nuestro alrededor. Por eso uno debe tener los sentidos bien abiertos a la vida, al diario acontecer y a las pequeñas cosas que van desarrollándose en el día a día, y no desecharlas o dejarlas caer en saco roto, ya que... formamos parte de un todo y siempre hay un plan para cada uno de nosotros. Con alegría, comparto con ustedes una de esas causalidades que forman parte de esas bondades que hay que descubrir con los ojos del corazón, o como diría Franceso Tonuchi "Con ojos de niño".
Les dejo con el texto que escribí para la contraportada del libro de Alicia Barajas y que aparece también junto al otro prólogo que el escritor Sinesio Domínguez Suria realizó para   SINKUENTA (Caprichos de la memoria).



"Por aquellos días, Alicia me comunicó que escribía en un blog y yo creía que era una pequeña libretita de notas. Fue ella la que, a través de este nuevo medio de comunicación social, me abrió nuevas puertas a nuevas perspectivas. Hasta ese momento desconocía lo que podía ofrecernos.





Cuando leía sus puntuales publicaciones, una a una, su mundo lleno de recuerdos, tan paralelo al mío, se expandía sin quererlo ni pretenderlo. Y es que Alicia tenía una gran cantidad de evocaciones  infantiles que iba desgranando pasito a pasito, poquito a poco, como si de entregas semanales de una gran revista de tirada nacional se tratara. Sus vivencias las plasma desde la perspectiva de su ambiente, y su atmósfera deja entrever gratamente momentos sui géneris que nos tocó vivir a casi todos los niños y niñas de esa época. Cuando Alicia hablaba de las estrictas normas de convivencia, sus normas se superponían a las mías, las mismas  de mi familia. Si hablaba de la Navidad también había vivencias paralelas entre su mundo que  llegaba al mío. Si eran las excursiones con la familia a cuestas, la “gira” era similar. Mismas jugadas, mismas reglas pero  en tableros distintos y con fichas distintas.

No conocí a  Alicia hasta que  coincidimos de adultas por esas causalidades del destino. Ella era mi profesora de inglés en la Escuela de Idiomas de La Laguna ¿Quién me iba a decir a mí que sus manos, las que escribieron estos retazos de su vida,  fueron heredadas de las de su padre que fueron las que me curaron en momentos precisos de mi vida? Ahora las suyas, las manos de Alicia, han creado estos trocitos de vida para el disfrute y placer de los que, como yo, quieran acercarse algo más a su mundo y por ende a los años cincuenta y sesenta. Una buena cura para el alma que quiera leerla con los ojos del corazón. Ella se ha dejado el suyo, su corazón, en esta recopilación".
Espero que si deciden hacerse con el libro y leerlo, disfruten de cada uno de los relatos tal y como yo los he disfrutado. Vale la pena.



 
 
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